En 2002 entró en vigor la Ley de Ciencia y Tecnología, un instrumento que dio origen a una serie de cambios trascendentes en el ámbito nacional para impulsar la ciencia y la tecnología, y que determinó la creación del Foro
Consultivo Científico y Tecnológico como una instancia autónoma de coordinación, asesoría y consulta en la materia para los poderes ejecutivo y legislativo. A 15 años de su creación, es necesaria una reforma, plantearon científicos, funcionarios y líderes empresariales.
Durante la mesa de análisis Acciones prioritarias para el fortalecimiento del marco institucional para la ciencia, tecnología e innovación, que se realizó ayer en el marco del 15 aniversario del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, Sergio López Ayllón, director del consejo directivo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), comentó que en su momento, la Ley de Ciencia y Tecnología rompió muchos paradigmas y las formas de organización, pero hoy en día necesita algunos ajustes estructurales.
Detalló que existen dos ejes para consolidar el Sistema de Ciencia y Tecnología en nuestro país: “Necesitamos un horizonte de planeación a largo plazo desvinculado de los circuitos sexenales, ya que el horizonte de maduración de los proyectos científicos son largos, además es necesario porque cuando los recursos llegan y no hay una planeación, se utilizan mal, por lo que necesitamos identificar cuáles son los nichos en los que este país debería de invertir, aquellos en los que tengamos ventajas competitivas para que sean palancas de desarrollo. En segundo lugar, necesitamos fortalecer al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) para darle más autonomía dentro de la unidad que representa el Sistema de Ciencia y Tecnología”.
Actualmente se podría construir un Sistema de Ciencia y Tecnología mucho más robusto en el que participarían las instituciones gubernamentales, la academia y el sector privado a fin de tener un organismo plural en el que el eje rector sería el CONACyT, “quien tomaría las dos decisiones más importantes: la planeación y el gasto del presupuesto que está presente en el Ramo 38. Eso ya está en la ley pero no sucede”, lamentó el investigador.
El doctor López Ayllón dijo que de lograrse estos dos elementos, se daría un paso muy importante, además de hacer cumplir la ley ya que mucho de lo que esta dice no se cumple. Para ello, es necesario mejorar el diseño institucional, ya que las instituciones sólidas son el resultado de los procesos de maduración y de construcción institucional en donde se van perfeccionando las políticas.
Por su parte, Elías Micha Zaga, coordinador de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Oficina de la Presidencia resaltó que en este momento CONACyT solo cuenta con el 33 por ciento de los recursos públicos para ciencia y tecnología, cuando lo ideal es que tenga por lo menos el 50 por ciento.
De igual forma, consideró que el Consejo General (órgano máximo de decisión del sistema de CTI que encabeza el presidente de la República) debe modificar su composición, es decir, integrar otras entidades para hacerlo más plural, sesionar más veces al año y poder intervenir en la decisión para elegir al nuevo coordinador del Consejo (que corresponde al director del CONACyT). En ese sentido, propuso que el nombramiento sea transexenal, con la posibilidad de ocupar el cargo durante 8 años. Esto, consolidaría una política de estado en materia de ciencia y tecnología en nuestro país.
El doctor Micha agregó que es necesaria la participación de los estados en el diseño de las políticas públicas. “No hemos llegado al 1 por ciento (del Producto Interno Bruto para ciencia, tecnología e innovación) porque no todos contribuyen de la misma manera. Es necesario tener ideas audaces para que los estados y municipios puedan contribuir con un mayor recurso al financiamiento de la ciencia y la tecnología. Está clarísimo que este país nunca va llegar al 1 por ciento si no hay una participación decidida de los estados”.
Sin embargo, esto no es suficiente para detonar la innovación en nuestro país, pues la colaboración entre las empresas y las universidades aún es limitada por el conflicto de interés respecto a si se deben o no usar recursos públicos para generar una patente, por lo que las universidades deben trabajar en su propia legislación para que esta colaboración fluya, planteó Teresita Corona, vicepresidenta de la Academia Nacional de Medicina de México y representante del Sistema Nacional de Investigadores en la mesa directiva del Foro Consultivo.
Al respecto de la vinculación academia-empresa, Rodrigo Castañeda Miranda, vicepresidente nacional de Innovación, Desarrollo de Ciencia y Tecnología de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación dijo que lamentablemente entre la mayoría de las empresas mexicanas no existe una cultura de innovación, por lo que el primer paso para establecer esta vinculación sería fortalecer dicha cultura.
“Eso ya se ha venido haciendo a través de programas como Estímulos a la Innovación o jóvenes en la industria, sin embargo, necesitamos más programas como estos”, dijo el también coordinador adjunto de Innovación del Foro Consultivo.
El segundo paso, continuó, es conocer la infraestructura científica del país y usarla, ya que muchas empresas desconocen la existencia de laboratorios con quienes podrían colaborar.
Finalmente, Ramón Muñoz Gutiérrez, presidente del Centro de Innovación y Paradigma mencionó que “para construir un ecosistema nacional innovador se requiere promover la innovación como cultura, enseñar habilidades para innovar, reconocer a los innovadores, estimular la inversión privada y globalizar la innovación”.
Pie de foto: En necesario fortalecer al CONACyT para dotarlo de mayor autonomía, señalaron expertos en el marco del 15 aniversario del Foro Consultivo Científico y Tecnológico. En la imagen Elías Micha, Ramón Muñoz, Teresita Corona, Sergio López Ayllón y Rodrigo Castañeda. (Foto: Zurisadaid Palomera)