Los microplásticos son partículas de plástico de un tamaño menor a cinco milímetros que se encuentran como contaminantes en los suelos de todo el mundo.
Al ser tan pequeños son difíciles de detectar y los animales que se alimentan de vegetación, semillas o microorganismos en el suelo, suelen ingerirlos accidentalmente. Dentro del cuerpo de los animales, los microplásticos se acumulan y entran a la cadena alimenticia, donde pueden pasar de animal en animal hasta llegar al plato de los mexicanos.
Un estudio realizado en hogares mayas del sureste del país, por la doctora Esperanza Huerta Lwanga, investigadora del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), detectó la presencia de microplásticos en los turrículos, o excretas de lombrices, y dentro de las mollejas de pollos y gallinas para consumo humano.
El estudio fue publicado en la revista científica Scientific Reports y concluye que los microplásticos y los plásticos de tamaño mayor a cinco milímetros pueden entrar a la cadena alimenticia de los hogares mexicanos. Además, los autores calculan que los mexicanos podrían consumir, en promedio, 840 partículas de microplásticos al año, lo cual puede representar un problema para la salud.