En el auditorio del Instituto de Física de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), José Franco, coordinador general del Foro Consultivo Científico y
Tecnológico impartió la charla: El conocimiento y la civilización, al iniciarse las XVIII Jornadas de divulgación de la ciencia de esa universidad, realizadas en memoria del ingeniero Luis Rivera Terrazas.
En la conferencia, el doctor Franco explicó que la generación de conocimiento desde la prehistoria hasta las revoluciones científicas ha permitido que todas las culturas y la civilización misma transite de una etapa a otra. Las nuevas revoluciones científicas y tecnológicas que se avecinan en el futuro cercano cambiarán totalmente la forma en que se vive, se trabaja y se concibe el mundo.
El conocimiento ancestral mesoamericano que proviene principalmente de la observación del cielo y de los ciclos de vida de plantas y animales, aún rige parte de nuestra vida cotidiana, pero lo más importante es que el conocimiento siempre ha regido el desarrollo de las sociedades.
"La pirámide de Chichen Itzá, es quizá el ícono mejor conocido de este conocimiento, en el día que marca el equinoccio de primavera y el de otoño, puede apreciarse en el monumento lo que pareciera una serpiente que baja de la punta de la pirámide hasta el inicio de la escalinata. Esto gracias a un efecto de sombra que se produce con la esquina del poliedro, lo que deja ver la maravilla arquitectónica, que es la síntesis de la ingeniería y la cosmogonía mesoamericana, transformando un edificio en un excelente instrumento de precisión para marcar dos momentos de suma trascendencia en los rituales del año.
"También tenemos el templo de las Siete Muñecas, en Dzibilchaltun, que marca el amanecer en los equinoccios de primavera y otoño. La orientación del edificio hace que el Sol pueda verse a través de las puertas este y oeste, atravesando la construcción. Dzibilchaltun, Chichen Itzá y quizás todas las ciudades importantes de Mesoamérica tienen marcadores específicos de diferentes eventos cósmicos, que señalaban momentos determinados en el tiempo", explicó el coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
El conocimiento es la pieza transformadora de las sociedades. Entre los cambios más importantes está la gran Revolución Científica, que inició con Nicolás Copérnico (1453-1543) y terminó con Isaac Newton (1642-1727). Gracias a ella rompimos con siglos de una dominación intelectual religiosa y pasamos del oscurantismo al Renacimiento, del feudalismo a la modernidad; aunque hoy pareciera que tenemos un enorme retroceso en las visiones y acciones de nuestro vecino del norte.
Hay grandes discusiones y dificultades para identificar y conceptualizar las posibles revoluciones científicas que ha vivido y vive la humanidad porque involucran temas en muchas áreas como historia, sociología de la ciencia, epistemología, metodología, ontología, filosofía del lenguaje e incluso teoría del valor.
"Pero implican cambios profundos, conceptuales y prácticos, impulsados por nuevos resultados en ciencia o por una reorganización de los existentes. Implican cambios en los objetivos y normas metodológicas de la investigación, enfrentando el problema adicional de relacionar las nuevas propuestas con las prácticas normativas", señaló el doctor José Franco.
En su uso de la palabra, la maestra María del Carmen Martínez Reyes, vicerrectora de docencia y representante del doctor José Alfonso Esparza Ortiz, rector de la BUAP, comentó que en la actualidad vivimos momentos propicios para consolidar la educación superior. "Sea cual sea el nivel de ingreso de los países, están orientando sus esfuerzos para apoyar la investigación y la innovación con miras a impulsar su crecimiento económico sostenible y propiciar su desarrollo. Para que esto pueda darse, acercar a los jóvenes a la ciencia es una obligación".
Asimismo, la doctora María Eugenia Mendoza Álvarez, directora del Instituto de Física de la BUAP, hizo un repaso de la vida del ingeniero Luis Rivera Terrazas, que entre sus contribuciones académicas destacadas se encuentra la fundación de la Escuela de Ciencias Físico Matemáticas.
Otro gran resultado de la visión del ingeniero Rivera Terrazas fue la creación de los Colegios de Electrónica y Computación en el seno de la Escuela Físico Matemáticas, ahora transformados en las Facultades de Ciencias de la Electrónica y de Ciencias de la Computación, y durante el rectorado del químico Sergio Flores Suárez, con quien compartía plenamente sus ideas de apoyar un desarrollo científico, también fundó en 1974 el Instituto de Ciencias de la UAP, del cual fue su primer director.
Pie de foto: Los países están orientando sus esfuerzos para apoyar la investigación y la innovación para impulsar su desarrollo. Para que esto pueda darse, acercar a los jóvenes a la ciencia es una obligación, dijo la maestra María del Carmen Martínez Reyes, vicerrectora de docencia de la BUAP. En la imagen, José Franco durante su conferencia. (Foto: Emiliano Cassani).