En el marco del Congreso Interdisciplinario Ipicyt 2018, la doctora Nadia Valentina Martinez Villegas habló sobre los avances del proyecto de investigación en el que
actualmente implementa estrategias de trabajo en una comunidad en Matehuala, San Luis Potosí, que persiguen la remediación ambiental en un área con alta contaminación por arsénico que ha afectado la vida de sus habitantes.
La investigadora de la División de Geociencias Aplicadas del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (Ipicyt) está interesada en los problemas ambientales desde su formación, trabajando en proyectos desde la perspectiva de la ingeniería química para analizar el comportamiento en el ambiente de los metales pesados y la contaminación. Algo que desarrolló durante su doctorado en Estados Unidos.
“Y durante la búsqueda de oportunidades de volver a México, me encontré con la posibilidad de venir al Ipicyt a través de una estancia postdoctoral. Justo un poco antes se publicó un artículo en donde mencionaban que en Matehuala se había encontrado arsénico en el agua en muy altas concentraciones. Y entonces el proyecto de mi estancia era diseñar una membrana reactiva permeable con el afán de remediar esa contaminación”, comenta en entrevista.
Sin embargo, la necesidad de conocer a mayor profundidad el sistema ambiental donde se reportaba el caso era una prioridad, por lo que el proyecto que se inició en Cerrito Blanco, Matehuala, tenía en principio el objetivo de comprender los niveles de contaminación y su variación a lo largo del tiempo y del espacio, así como descubrir su origen, si lo que se buscaba era aportar soluciones.
“No fue una tarea fácil. Nos ha llevado muchos estudios y muchísimo tiempo. Al final del día lo hemos resuelto y medido el impacto en el ambiente y en el humano”.
Compromiso científico e impacto personal
La comunidad de Cerrito Blanco y el municipio al que pertenece (Matehuala) se encuentra ubicado en un contexto histórico y ambiental donde la minería jugó un papel importante en el desarrollo de las comunidades locales. Pero el ambiente semidesértico también juega un papel primordial en la existencia de una contaminación tan alta y peligrosa para la vida humana.
“El origen de este gran problema es la disolución de residuos de arseniatos (compuestos iónicos que surgen por la disociación del ácido arsénico), que fueron dejados en una fundición abandonada desde hace décadas, cuando no existía legislación ambiental. Comenzaron a disolverse y a lixiviarse hacia el manto acuífero”.
La gravedad de la situación se palpaba en los cultivos de la población, muchos de los cuales se encontraban contaminados a causa del agua con que se riegan los alimentos, además de que hay áreas de recreación donde la población se expone a dicha agua.
El ganado también se encontraba afectado así como la población donde diversas lesiones y enfermedades hacían su presencia junto con el rastro químico de arsénico presente en el cabello de algunos pobladores, debido a la facilidad con la que el arsénico entra al cuerpo (nariz, boca, piel) mediante exposiciones no muy prolongadas.
“El primer viaje que hice a Matehuala para conocer el sitio me dejó tan impactada que no podía creer lo que veía. Me impactó también en el sentido de que considero una responsabilidad ética y profesional buscar ofrecer soluciones a la gente que está siendo afectada, y hacer de su conocimiento que esto es una situación de riesgo, y hemos trabajado mucho con ellos en ese sentido”.
Y es que el grado de contaminación descubierta durante el proyecto era de 25 miligramos de arsénico (As) por litro, que es una cantidad de mil veces más por sobre lo que permite la Norma Oficial Mexicana, y dos mil 500 veces más que las normas establecidas por la Organización Mundial de la Salud, significando una contaminación extremadamente alta que pone en riesgo la vida de los habitantes de la comunidad.
Trabajo en comunidad y propuestas de soluciones
“Como mujer y como madre me impacta porque, cuando vi a los niños jugando en sitios contaminados es preocupante. Y esto me vuelve a motivar para seguir trabajando para incrementar la concientización en la población para dejar de utilizar esa agua. Y me impresiona en el sentido de que hay que levantar la voz y exigir el derecho humano al acceso al agua libre de contaminantes”.
La situación es complicada en términos sociales porque la comunidad solo tiene una concesión de agua para irrigación, y es justo el agua contaminada, por lo que la búsqueda con la Comisión Nacional del Agua para que se le otorgue otra concesión es un tema prioritario, donde también la responsabilidad es compartida con las autoridades.
“Generamos una guía para que los agricultores reconozcan cultivos contaminados con arsénico, para que no los usen. También invitamos a la comunidad a identificar la zona agrícola contaminada invitando a los agricultores que tienen terrenos en otros lugares libres de contaminación para cultivar ahí. Implementamos un semáforo de seguridad para que reconozcan fuentes de agua contaminadas diferenciándolas de las fuentes limpias, y trabajamos continuamente con ellos para dejar de usarla mientras también demandemos nuestro derecho humano al agua libre de contaminantes”.
El proyecto incluso busca implementar estrategias de ordenamiento territorial ecológico del área de estudio, para posteriormente incluir este sitio en la lista de pasivos ambientales del país, con la finalidad de hacerlo susceptible a la remediación de manera oficial.
“Y a la par desarrollar estrategias de remediación de suelos, las cuales son líneas en las que queremos movernos y metas a alcanzar para contribuir a la solución de un problema tan importante”, concluye.