Un equipo de universitarios creó y mejoró un material a base de resina para prótesis óseas humanas y animales, moldeable, no tóxico ni mutagénico, de bajo costo y durabilidad permanente; eventualmente será usado en el área odontológica.
Se trata de Epóxicos para la Salud, que tiene a su disposición dos marcas con registro del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial: Masi-epoxi®, para uso en humanos y Zoo-prox®, para uso veterinario.
La empresa, incubada en Innova-UNAM, está a cargo de Luis Delgado Guerrero y Karina Ramírez Luna, egresados de la Facultad de Química (FQ), quienes mejoraron la formulación del padre del primero, Luis Delgado Reyes, neurocirujano universitario del Hospital Juárez, quien después de años de investigación y estudio obtuvo las proporciones adecuadas de resinas epóxicas y minerales, que permitieron la innovación.
En entrevista, Ramírez Luna explicó que el proyecto inició en el momento que Luis Delgado padre, también egresado de esta casa de estudios, se preocupó por sus pacientes de escasos recursos, quienes no podían tener a su alcance, por ejemplo, una placa de titanio –con costos que van de 14 mil y hasta 80 mil pesos, de acuerdo al tamaño y calidad del material–, para reparar el cráneo después de una cirugía.
Comenzó a desarrollar el producto, a investigar y probar diferentes materiales, hasta que llegó a una formulación adecuada que permitía sustituir la porción ósea perdida. Con pacientes dispuestos a aceptar el material con fines de investigación, comenzaron las pruebas que desde 1996 y hasta ahora han beneficiado a más de 600 personas.
Años después, el neurocirujano, interesado sólo en ejercer la medicina, le cedió el producto a su hijo para que lo mejorara, lo aplicara y brindara una alternativa a quienes no tienen recursos para procurarse una prótesis a la medida.
Los químicos hicieron el escalamiento de la producción, eliminaron impurezas, probaron diferentes grados de materiales e hicieron diversas determinaciones para caracterizar cada producto, incluida la prueba de esterilidad en la FQ, con el fin de obtener una calidad adecuada para uso humano y veterinario; así, aseguraron la esterilidad del producto de lote a lote.
Así nacieron los productos que están en vías de comercialización por Epóxicos para la Salud. Para ello buscaron el apoyo de la Universidad y se integraron a la generación 2011 de Innova-UNAM. “Aprendimos mucho más de lo que es estructurar una empresa como tal, cosas que desconocíamos; no tenemos una formación financiera, de ventas o mercadotecnia”. En especial, han puesto énfasis en la parte regulatoria para dispositivos médicos, “que es la clasificación que tiene nuestra prótesis”, relató Ramírez Luna.
Pero no sólo se necesitaba tener el producto y que funcionara como sustituto de hueso, “nos dimos cuenta que los mercados son distintos y necesitábamos hacer ajustes para que fuera útil en medicina humana, medicina veterinaria y odontología”, abundó Delgado Guerrero.
Para ser implantado, el material –formado por resinas epóxicas y compuestos inorgánicos– se esteriliza con rayos gamma en el Instituto de Ciencias Nucleares, indicó Karina Ramírez.
El producto, precisó, consiste en dos pastas, cada una conformada por una porción de la resina epóxica y su correspondiente activador, para obtener una reacción de polimerización. “Se mezclan con sales minerales inertes para darles una consistencia semisólida”.
Por separado tienen una consistencia suave, pero si se mezclan, en dos horas alcanzan la dureza final y ya no se deforman; así ocurre si hay un acelerador en la formulación, si no, a las 12 horas ya no se deforma y a las 24 alcanza la dureza final. En éste último caso, el costo del producto disminuye.
Las presentaciones del material varían en función de su aplicación, por ejemplo, para las lesiones craneales las dos pastas, que suman 80 gramos, permiten reparar una superficie de aproximadamente 10 centímetros cuadrados (cm2). En todos los casos el médico es el encargado de darle la forma que se necesite, para unir un hueso roto que ha sido tratado con un clavo intramedular o resanar el caparazón roto de una tortuga, explicó Delgado.
Para las lesiones craneales ya no es necesario sacar placas ni hacer moldes para mandar a hacer la pieza y colocarla en una segunda cirugía. El neurocirujano puede hacer un “parche”, moldearlo en ese momento y cubrir la lesión.
El material tiene un alto contenido de calcio que favorece la unión con el tejido óseo; “hay un reconocimiento, una formación de entramado que hace que se unan de forma permanente. Para retirar la prótesis se tendría que fracturar, como si fuera el cráneo mismo”, aclaró Ramírez Luna.
Se tiene documentado el caso de un menor a quien se le colocó el producto cuando tenía tres o cuatro años, “no se sabía si al crecer el niño se iba a aflojar la prótesis; lo que ocurrió fue que se hizo un callo óseo alrededor. Creció el cráneo de forma normal y el producto permaneció fijo, no hubo deformación”, refirió.
En el caso del área odontológica, se tendrá la ventaja de que, en una sola cita, el dentista podrá curar caries y hacer incrustaciones, sin mayor trámite, al instante.