La aproximación a la Tierra de un asteroide del tamaño de dos o tres campos del fútbol la pasada madrugada del 17 al 18 de febrero considerado «potencialmente peligroso» ha recibido la atención de las principales agencias de noticias y medios de todo el mundo.
Es cierto que la roca, llamada 2000 EM26, se paseó por nuestro vencindario cósmico a una velocidad de 12.37 km/s, pero eso no la hace muy especial. Media docena de pedruscos parecidos han pasado en febrero a distancias similares, casi nueve veces más lejos de lo que la Luna está de nosotros, lo que no puede causar ningún daño. Incluso ha habido uno de ellos, denominado 2006 DP14, cuyo tamaño es cuatro veces mayor. Entonces, ¿por qué todos los focos han apuntado hacia esta última? «La repentina atención a 2.000 EM26 es desproporcionada en relación con su singularidad o potencial real», afirman desde la web especializada Spaceweather.com.
Posiblemente, la roca esté bajo lo que podríamos llamar el «efecto Chelyabinsk» ya que su paso ha coincidido muy cerca en el tiempo con el aniversario del meteorito que explotó sobre los cielos de la ciudad rusa el 15 de febrero de 2013, el de mayor intensidad desde el evento Tunguska, en 1908.
La onda expansiva de la explosión rompió cristales, sacudió edificios e incluso abatió a personas en más de 50 poblaciones del área de impacto, unos 90 km. de extensión en el mismo sentido que la trayectoria. El bólido brilló más que el propio Sol, algo que pudo ser recogido por decenas de cámaras.
Cerca de las tres cuartas partes del meteoroide original se evaporaron y solo una pequeña parte, con una masa de entre 4.000 y 6.000 kg, cayó al suelo en forma de meteoritos. El mayor, de unos 650 kg, fue recuperado del fondo del lago Chebarkul un tiempo después.
Por si fuera poco, ese mismo 15 de febrero de 2013, otro asteroide, el 2012 DA14, se acercó a 27.650 km de la Tierra. Se trataba del más cercano de ese tamaño que ha podido ser observado hasta ahora. Este, sin embargo, pasó de largo.
Visto en directo
2.000 EM26 ha estado muy lejos de acercarse tanto y mucho menos de provocar ningún daño en nuestro planeta. Sin embargo, ha supuesto una buena oportunidad para que los amantes de la astronomía pudieran observar el cielo en su búsqueda. El evento fue seguido en directo por internet por las cámaras de Slooh, una web de observadores del espacio que utiliza telescopios terrestres de diferentes partes del mundo, entre ellos el del Teide en Canarias. (Puedes ver aquí la retransmisión del evento).
Al mismo tiempo, cada roca que pasa cerca es una advertencia. «Seguimos descubriendo este tipo de asteroides potencialmente peligrosos, algunas veces apenas unos días antes de que llegue al punto más cercano a la Tierra», apuntaba Paul Coz, director técnico y científico de Slooh.
«Necesitamos encontrarlos antes de que ellos nos encuentren a nosotros». Y ese momento, es una cuestión de probabilidades, sin ninguna duda, llegará. De los más de 600.000 asteroides que se conocen en nuestro Sistema Solar, unos 10.000 están catalogados como NEOs (Objetos Próximos a la Tierra), lo que significa que sus órbitas pasarán cerca de la de nuestro planeta.