El estudio, llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Academia de Ciencias de Hungría, ha utilizado el escáner de resonancia magnética funcional para establecer qué áreas del cerebro se activan ante estímulos sonoros en perros y en humanos. Los resultados de las imágenes obtenidas revelan la existencia de regiones similares entre las dos especies.
Los hallazgos, publicados esta semana en la revista Current Biology, sugieren que el origen de esta zona del cerebro evolucionó al menos cien millones de años atrás, la edad del último antepasado en común de humanos y perros, indica el estudio.
Según Attila Andics, del grupo de Investigación de Etología, y autor principal del estudio, el descubrimiento ofrece un nuevo punto de vista para entender el éxito del vínculo entre estas dos especies. “Durante miles de años los perros han compartido un ambiente social similar al de los humanos, el estudio sugiere que también utilizan mecanismos parecidos para procesar la información social”, destaca.
En el estudio, los investigadores adiestraron a once perros para mantenerlos quietos en la máquina de escaneo. Esto hizo posible realizar el mismo experimento de neuroimagen con los animales y los 22 voluntarios humanos.
Durante el examen, los investigadores reprodujeron 200 sonidos pertenecientes a voces humanas, perrunas y ruido de ambiente que sirvieron para identificar las áreas del cerebro estimuladas en las diferentes situaciones.
Los resultados de la investigación señalan que existen áreas cerebrales responsables de captar el sonido y la voz similares entre las dos especies.
Sin embargo, los perros responden más contundentemente a los estímulos sonoros producidos por su propia especie que a los procedentes de los humanos. Las personas también actúan igual, los circuitos neurales auditivos se activan más ante los sonidos humanos.
Además, los científicos han visto que el 48% de las áreas auditivas de los perros responden mejor ante estímulos sonoros que a las voces. En cambio, en humanos sólo el 3% de estas regiones se estimulan de forma óptima cuando no hay sonidos vocales.
El escáner revela que los perros también son capaces de percibir la emoción en los sonidos humanos. “Existe un área próxima a la corteza auditoria primaria que se activa más con los estímulos sonoros felices como una risa que con los tristes”, destaca Andics.
Tras miles de años de domesticación y de convivencia directa, “este método ofrece una nueva vía para investigar los circuitos neurales de estos animales. Poco a poco empezamos a entender cómo los perros ven a los humanos y cómo se desenvuelven en el ambiente social”, concluye el investigador.