El satélite Rosetta se encuentra con su cometa tras un viaje de diez años

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Eran las 11:29 de la mañana de hoy cuando se confirmó la noticia desde la sala de control de la sede de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Alemania. La nave terrestre, Rosetta, y su cometa, el 67P/Churyumov-Gerasimenko habían tomado contacto en la primera ocasión en la que una nave orbita un cometa. Ha sido un viaje de diez años y 6.400 millones de kilómetros, pero la sonda europea ha logrado uno de sus principales objetivos: llegar hasta el cometa y colocarse en su órbita.

Si todo va bien, en noviembre Rosetta cumplirá con su misión principal y lanzará el módulo de aterrizaje Philae, el primer ingenio humano que se pose sobre la superficie de uno de estos vagabundos del sistema solar.

Matt Taylor, director de la misión, explicaba: Por primera vez vamos a encontrarnos con un cometa, por primera vez vamos a escoltarlo a su paso cerca del Sol y, por primera vez, vamos a implementar un módulo de aterrizaje. La cita de esta semana era un hito clave en la misión. Es un reto porque nunca se ha hecho antes. Otras misiones han sido sobrevuelos a alta velocidad a no menos de cien kilómetros de distancia.

El histórico viaje comenzó el 2 de marzo de 2004, cuando Rosetta fue lanzada a bordo de un impulsor Ariane 5 desde la base espacial europea de Kourou, en la Guayana Francesa. Desde entonces, la nave ha dado cinco vueltas alrededor del Sol y ha ido cogiendo velocidad utilizando las gravedades de la Tierra y Marte para impulsarse como si fueran dos hondas gigantescas.

El objetivo de hoy era igualar el paso de la nave con el del cometa. Una tarea que no ha sido sencilla, ya que la velocidad de crucero de Rosetta durante los últimos años ha sido de unos 55.000 km/h. Para hacer posible el encuentro han hecho falta diez maniobras de frenado y aproximación desde el pasado mes de mayo. Tras la última, la de hoy, la nave y el cometa volarán en paralelo y a la misma velocidad.

Según ha informado la ESA, la nave se situó a apenas 30 kilómetros de la roca, distancia que se reducirá a 20 kilómetros en septiembre y a 10 en octubre. Durante todo ese tiempo, Rosetta obtendrá datos acerca de la composición, densidad y gravedad del cometa, para que los científicos sepan «con qué se van a encontrar» cuando aterrice en noviembre. La sonda elaborará mapas de la superficie para determinar cuáles son sus características y cuál será el mejor sitio para el aterrizaje. El coordinador de operaciones científicas de Rosetta, Laurence O’Rourke, concreta que este mes se seleccionarán cinco posibles lugares para el aterrizaje, que pasarán a ser solo dos en la segunda aproximación en septiembre. En octubre se determinará cuál es el lugar definitivo.

No dependerá solo de que sea plano, porque la superficie de los cometas sufre explosiones y habrá que tener en cuenta también dónde hay aspectos buenos para estudiar. Por eso el trabajo es conjunto entre científicos e ingenieros, porque cuentan los aspectos técnicos y los de investigación, ha declarado O’Rourke. Tras liberar a Philae, Rosetta volverá a situarse a 30 kilómetros de distancia del cometa, aumentando hasta los 40-45 kilómetros. Esto se debe a que, a medida que el cometa se acerque al sol, el calor provocará la liberación de una cantidad cada vez mayor de gases, por lo que su estudio desde distancias cortas será más difícil.

Estudio in situ

Philae se quedará sobre la superficie del 67P/Churyumov-Gerasimenko y desde allí irá recopilando y transmitiendo datos. El módulo pesa 110 kg y se agarrará a la superficie del cometa gracias a dos arpones. Entre sus instrumentos, cuenta con un taladro que perforará el cometa y estudiará su composición «in situ». La intención de la ESA es que el módulo permanezca activo una semana como mínimo. «Si dura más será estupendo, pero, aunque sea solo una semana, será una semana de ciencia maravillosa», ha apuntado O’Rourke.

Los investigadores tienen puestas muchas esperanzas en los datos de Philae. De hecho, esperan que aporte valiosa información sobre la formación del Sistema Solar y, quizá, sobre el origen de la vida en la Tierra. Los cometas -explica Michael Kueppers, otro de los responsables de la misión- guardan información sobre nuestros orígenes y son iguales a los bloques a partir de los cuales se formaron los planetas hace 4.000 millones de años». Los estudios que se realicen in situ en el 67P/Churyumov-Gerasimenko podrían desvelar si es cierta la teoría según la cual los ladrillos de la vida llegaron a la Tierra a bordo de cometas para encontrar en nuestro mundo las condiciones necesarias para desencadenar la vida.

Los investigadores podrán analizar la composición del agua que contiene 67P/Churyumov-Gerasimenko y compararla con la de los océanos. Se podrá así comprobar la teoría que afirma que el agua de la Tierra procede de un «bombardeo de cometas» que se produjo poco tiempo después de su formación.

 

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