La epidemia de Ébola de 2014 es ya la mayor de la historia, con estimaciones actuales de 2.473 infecciones y 1.350 muertes desde que empezó a finales de diciembre de 2013, según la Organización Mundial de la Salud. Esta epidemia es también la primera de África Occidental y la primera que afecta a áreas urbanas.
No existen fármacos aprobados para la enfermedad del virus del Ébola, si bien un diagnóstico precoz y cuidados extremos pueden mejorar el índice de supervivencia. La enfermedad se caracteriza por una alta fiebre, dolor en el cuerpo y sobre todo en cabeza y estómago, una debilidad intensa, y falta de apetito. Todo ello va seguido de vómitos, diarrea, sarpullidos, insuficiencia renal y hepática y, en algunos casos, hemorragia interna y externa.
A fin de conocer mejor por qué esta epidemia es más grande que otras anteriores, el equipo de la Dra. Pardis Sabeti, del Instituto Broad (dependiente del MIT y de la Universidad Harvard), en Cambridge, Massachusetts, todas estas instituciones en Estados Unidos, ha llevado a cabo un análisis amplio de la composición genética de muestras de Ébola procedentes de pacientes que viven en regiones afectadas. Ella y sus colaboradores, con financiación de los Institutos Nacionales estadounidenses de la Salud (NIH), utilizaron tecnología avanzada para analizar la genética de las muestras de Ébola con notable rapidez y con un elevado nivel de precisión. Usando esta tecnología, los investigadores han rastreado la progresión de la epidemia hasta determinar que debió comenzar con una única introducción en humanos a finales de 2013, a partir de un reservorio animal sin determinar.
Este estudio indica que la cepa responsable de la epidemia de África Occidental se separó de otra emparentada de forma muy cercana encontrada en África Central hacia 2004, lo que indica un movimiento de una zona a otra en el plazo de una década. El análisis de los cambios en el ARN que han ocurrido a lo largo de este período de epidemia sugiere que la primera infección humana fue seguida por transmisiones exclusivamente entre humanos.
Mientras analizaban la composición genética de las muestras de Ébola, la Dra. Sabeti y sus colegas descubrieron unas cuantas mutaciones que aparecieron a medida que se extendía la epidemia. Algunas de estas mutaciones alteran el estado biológico del virus y podrían permitirle adaptarse de forma rápida y continuada a las defensas inmunitarias humanas, mientras prosiga la epidemia.