La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) del gobierno de los Estados Unidos lanzó la sonda espacial Parker Solar
Probe con la misión de acercarse al Sol, como ningún otro objeto hecho por el hombre, y estudiar sus características, en particular las de su corona.
Las particularidades de esta misión son varias, explicó el doctor Juan Américo González, líder del Laboratorio Nacional de Clima Espacial y especialista en física espacial.
Una de ellas es que es el objeto más rápido construido por la humanidad, ya que la nave espacial alcanzará hasta los 700 mil kilómetros por hora. Esto es aproximadamente siete veces más rápido que la velocidad de traslación de la Tierra.
Según describió el investigador, esta velocidad es necesaria porque para lanzar una misión espacial al Sol se debe cancelar la velocidad de traslación de la Tierra, de aproximadamente 30 kilómetros por segundo, para dirigirse al astro de nuestro sistema de planetas.
“No solo para eso es necesaria tanta velocidad, ya que la sonda espacial entrará en órbita junto con Venus para después cambiar de órbita y dirigirse nuevamente al Sol, hará esta maniobra varias veces más”, explicó en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
La velocidad es tal, acuñó la líder de la misión, la científica Nicola Fox y compañera de doctorado de Juan Américo González, que es lo suficientemente rápido para recorrer la distancia entre Tokio y Nueva York en menos de un minuto.
Otra de las características de la misión es que por primera vez la NASA nombra a una de sus naves espaciales en honor a un científico vivo.
La sonda espacial lleva el nombre de Eugene Newman Parker, científico que descubrió que la atmósfera del Sol era mucho más caliente que su superficie, por lo que también predijo la existencia del viento solar.
Laboratorio Nacional de Clima Espacial
El Laboratorio Nacional de Clima Espacial del Instituto de Geofísica, unidad Michoacán de la UNAM, y de la Universidad Autónoma de Nuevo León se encuentra integrado por el Servicio de Clima Espacial México (Sciesmex), el Repositorio Institucional de Clima Espacial (RICE), el Centro de Supercómputo de Clima Espacial (CESCE) y la Red de Instrumentación de Clima Espacial de la UNAM y de la UANL.
Su misión es recopilar y procesar información del entorno espacial para informar sobre el estado del clima espacial en el territorio nacional. Para ello se sirven de los datos provenientes del International Space Environment Service, del cual el Sciesmex forma parte, como el Regional Warning Center (RWC), y de la red de instrumentos asociados a Lance.
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Parker es reconocido por la comunidad científica internacional como el padre del viento solar y uno de los físicos que más han hecho en favor de la investigación de la estrella.
“El sentido de acercarse tanto al Sol es estudiar por qué la corona solar, es decir, su atmósfera, tiene una temperatura promedio de dos millones de grados Celsius, mucho mayor que la temperatura de la superficie del Sol que es de apenas seis mil grados Celsius”, agregó el doctor en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
Si tomamos como referencia la distancia entre la Tierra y el Sol y la trasladamos a un campo de futbol americano, la sonda Parker Solar Probe se acercará a la yarda tres, explicó el doctor egresado del Imperial College London.
El porqué la temperatura de la atmósfera del Sol es más caliente que la misma superficie estelar ha sido un enigma para los físicos en el mundo por más de 50 años, la misión busca esta y otras respuestas.
Cuando un gas está muy caliente, se expande. Esto causa que la atmósfera solar no pueda ser contenida por la gravedad y comience a escaparse formando un flujo continuo de partículas, al que los especialistas llaman viento solar.
“El viento solar viaja a través del espacio llegando a los planetas formando una inmensa burbuja llamada heliosfera”, explicó el investigador.
Desde el Laboratorio Nacional de Clima Espacial (Lance), esperan que esta misión les pueda ayudar a obtener más datos de las tormentas solares y así comprender mejor estos fenómenos para tomar las medidas adecuadas.
Nuestro planeta tiene un sistema de defensa natural: el campo magnético de la Tierra funciona como una especie de coraza que impide que las partículas que forman el viento solar ingresen a la atmósfera.
Sin embargo, cuando ocurre una tormenta solar, es decir, una explosión en el Sol que eyecta material que tiene propiedades físicas que rompen esta coraza magnética, existe un peligro muy serio, aseveró el investigador Américo González.
Así como este fenómeno provoca las auroras boreales, también ocasiona afectaciones en telecomunicaciones, sistemas de posicionamiento global, radiocomunicaciones y, en casos muy extremos, pueden dañar nuestros sistemas de generación y transmisión de energía eléctrica.
“Los datos que nos enviarán con la sonda Parker nos ayudarán a describir las características del viento solar cuando este se genera, conociendo estas propiedades físicas, vamos a entender mejor cómo se propagan las tormentas solares”, agregó.
Esto servirá para mejorar los modelos existentes en la Tierra que pueden emitir alertas sobre los riesgos de los eventos solares, e indicarnos si estos pueden o no ser catastróficos para los sistemas tecnológicos terrestres.
La nave espacial requirió mucha investigación alrededor de su construcción debido a que las condiciones a las que estará expuesta son extremas.
Por ello, está construida con los mejores aislantes térmicos y con una forma cónica que protege toda la instrumentación para que nunca esté expuesta directamente al Sol y conserve una temperatura confortable de 29 grados Celsius que le permita operar con normalidad.
La cubierta absorberá y desviará la energía solar; está hecha de varias capas de espuma de carbono, entre otras dos hojas de compuestos de carbono.
Su tamaño es parecido al de un carro compacto pero mucho más liviano, con poco menos de 700 kilogramos, esto es para que cumpla las condiciones que le permitan dar 24 vueltas alrededor del Sol.
El final de la misión se prevé dentro de varios años de investigación, a medida que la sonda se vaya acercando cada vez más al Sol y termine desintegrándose por completo.
El evento Carrington
La tormenta solar más grande de la que se tenga registro ocurrió en 1859, cuando el científico Richard Carrington observó explosiones en el Sol que eran eyecciones de masa coronal.
El fenómeno derivó en grandes auroras boreales que se pudieron observar en todo el mundo, además de las fallas de todos los sistemas de telégrafo que se detectaron desde el 28 de agosto hasta el 1 y 2 de septiembre de 1859.
El doctor Américo González dijo que un evento de este tipo en la actualidad sería de dimensiones catastróficas porque somos una sociedad totalmente dependiente de nuestra electricidad y sistemas tecnológicos.
No lo fue así en 1859, ya que no existía la infraestructura de red eléctrica que hoy existe en todo el mundo, solo había telégrafos y fueron los que sufrieron las consecuencias.
“Por ello, hay pertinencia en estudiar lo que causan estos fenómenos porque no sabemos cuándo pero es un hecho que ocurrirán”, concluyó