David Grossman escribió y Michal Rovner ilustró “La princesa del Sol”, una historia de un hermoso secreto. La pluma del primero y los lápices de la segunda crean una poética obra para niños y mayores sobre la magia del día y la noche.
“Lucía” y su madre se convierten, por un día, en la princesa y la reina del Sol. Así, se sumergen en una aventura para que desde la oscuridad de la noche el astro rey despierte, cobre fuerza e inunde con luz y alegría todos los rincones del universo.
De acuerdo con información del libro, que ya se encuentra en México, el final del día llegará, pues eso es inevitable, pero mañana, seguro, habrá unas nuevas reina y princesa del Sol, establecen los autores, uno con palabras y la otra con dibujos.
Los dos vuelven a cautivar con este relato, bello y optimista, como lo hicieron en el título “El abrazo”, de 2013, abundó la publicación.
Celebrado por la crítica internacional, el Juan Cruz señaló que Grossman tiene una delicadeza extrema, como si estuviera a punto de romperse su mirada y su cara roja. Como si el niño que fue estuviera a punto, otra vez, de llorar solo.
Y es cierto, porque en este escritor de largo aliento, a veces aflora el dolor, pero el pudor lo mitiga. Es un hombre fabuloso, habitado por un conflicto, como su literatura. Nada en lo que escribe, ni en un cuento infantil, es ajeno al drama que contempla, señaló Cruz.