Subsiste devoción religiosa y artesanal en Santa Clara del Cobre

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En el estado de Michoacán, municipio de Salvador Escalante, se encuentra la localidad de Santa Clara del Cobre, antiguo bastión purépecha conquistado por los españoles en 1538 y cuyos pobladores festejan desde el siglo XVI a Santa Clara de Asís, patrona de los artesanos que, a lo largo de más de 500 años, se han dedicado a la forja del cobre.

En esta localidad las fiestas patronales inician el 2 de agosto y terminan el 16. Su parroquia, que abarca 22 poblaciones de feligreses, está dedicada a la Virgen del Sagrario, imagen que llevaron  los españoles a ese territorio en tiempos de la Colonia.

“El festejo inicia cuando los artesanos que nos dedicamos a martillar el cobre iniciamos la peregrinación para ofrecer nuestras piezas, como un donativo, y regalamos a la iglesia un cazo, una cacerola, una jarra, un lavamanos u otra pieza. Esto tiene dos sentidos: ofrecerle un obsequio a la Virgen por su fiesta y que sea una bendición para nuestro trabajo”, comenta Juan Manuel Ramírez Olvera, maestro artesano de la localidad con alrededor de 80 premios y reconocimientos.

La misa, que se lleva a cabo el 2 de agosto a las 12:00 horas, la celebra el obispo de la comunidad y significa la reconsagración del templo. Desde esa fecha, hasta el día 15, peregrinan todos los sectores de la población: los comerciantes, los deportistas, los niños, los jóvenes, los matrimonios, así como los grupos parroquiales, las catequistas, los ministros y los lectores, hasta los gremios de camioneros y automovilistas.

 “Todas las peregrinaciones, que van acompañadas de música de banda y cuetes, recorren alrededor de 500 metros para llegar al templo, y terminan con la misa parroquial. Al salir de ésta, se hace una fiesta comunitaria en la plaza. Es un ‘gracias a Dios’ por lo que la gente recibió en todo el año”, agrega Juan Manuel, quien además es, junto con otros dos maestros artesanos, promotor cultural de la Unidad Regional de Culturas Populares e Indígenas de Michoacán.

Los días principales de esta celebración son el 11 de agosto, en el que se festeja a Santa Clara de Asís y donde la comunidad indígena juega un papel muy importante, ya que en su peregrinación lleva al templo matas de maíz con elotes como ofrenda. Y el día 15, en honor a la Virgen del Sagrario, donde se organiza una procesión especial de autobuses y otros vehículos de transporte público, acompañados de castillos y toritos.

 “El 16 terminan las fiestas religiosas con una procesión que parte de la parroquia hasta el lugar donde según dicta la tradición se apareció la Virgen del Sagrario, fiesta donde participan alrededor de 3 mil personas”.

Junto a estos actos devotos, en la comunidad se lleva a cabo la Feria Nacional del Cobre, del 22 de julio al 31 de agosto, donde toman parte alrededor de 350 artesanos con cerca de mil piezas participantes. Esta muestra cuenta con un galardón que se llama Santa Clara, así como un galardón estatal y otro nacional, que representan las tres mejores piezas que a juicio del jurado tienen las características para ser premiadas.

Un emblema de esta feria es el Taller Escuela Casa del Artesano, nacido en agosto 1973 por iniciativa del artista y pintor gráfico Alberto Beltrán, quien fue el encargado de nombrar a sus primeros instructores y a los que se les dio un nombramiento como maestros normalistas. Desde su apertura hasta el presente, este taller ha capacitado a niños y niñas de la comunidad, quienes participan dentro del concurso.

 “El centro tiene una trascendencia local y estatal, así como una proyección nacional. Nosotros como escuela tratamos de contribuir a que los estudiantes pasen por un proceso de capacitación y preserven una técnica milenaria que viene desde antes de la llegada de los españoles”, señala Juan Manuel, maestro también de esta academia.

 “No hay un pueblo igual en el mundo que Santa Clara, porque si bien hay otros lugares relacionados con el trabajo del cobre, jamás alguno va a tener una técnica tan pura y tan buena como la que practicamos aquí. Llevamos en nuestro ser una pasión por este trabajo porque nacimos oliendo a cobre, escuchando los golpes del martillo”, concluye.

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