Supuestamente la primera manifestación de la Virgen de Guadalupe se fecha en el año de 1531, en el Cerro del Tepeyac dentro del Virreinato de la Nueva España.
A más de 480 años de esa fecha, este culto sigue representándose en múltiples expresiones de la diversidad cultural, e identidad de los pueblos y creatividad de sus fieles.
Como narra la tradición, Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indígena chichimeca acudió con el primer obispo de la diócesis de México, Fray Juan de Zumárraga para revelarle la imagen milagrosa; a raíz de ese supuesto suceso fue que se erigió el primer templo dedicado a la imagen en el cerro del Tepeyac.
Este culto en un inicio se asocióó con el de Tonantzin, la madre de los dioses venerada por los antiguos nahuas, por lo que el Tepeyac era ya un lugar considerado sagrado y mágico por los pobladores de la región. Los aztecas así habían levantado en ese sitio un santuario dedicado precisamente a esta deidad.
Con el paso de los años, dentro de la cultura popular, la Virgen de Guadalupe forma parte de la tradición oral en su papel de leyenda, narración, literatura, hasta insertarse en el campo de la música y la pintura. El nombre de Guadalupe, incluso, se ha convertido en uno de los más usados en México para designar tanto a mujeres como a varones.
Esta festividad tiene más que ver con la reelaboración simbólica de la cosmovisión de nuestros pueblos originarios y con nuestro paisaje ritual de la Ciudad de México, o cuenca de México, donde se da la adoración de los cerros como principio básico del sistema cultural de la milpa.
Dentro de estas correspondencias, también se da una expresión de los fieles muy importante por su diversidad cultural y actualidad, manifestada en la llamada ‘Antorcha’. La Antorcha, símbolo del fuego mariano, se constituye por comitivas de peregrinos que recorren varios países y estados de México.
Muy significativo resulta que en estos trayectos se vinculen los denominados ‘caminos reales’, senderos de los antiguos pobladores para traer e intercambiar comercio, y que posteriormente fueron vías asociadas a distintas etapas de la historia de México: caminos reales de los independentistas, de los ejércitos revolucionarios, etc.
Los caminos reales y las Antorchas guadalupanas reviven la memoria histórica de México, donde los espacios sacralizados, especialmente en cerros y cuevas, se ven invadidos por procesiones de feligreses que tienen como objetivo rendir tributo y ofrecer agradecimiento a esta figura de la tradición cultural y religiosa de nuestro país, símbolo de sincretismo e identidad de los pueblos.
Una de las grandes obras que sobre la Virgen de Guadalupe se han realizado es la de Cristóbal de Villalpando, pintada en el siglo XVII, y que se exhibe actualmente en el Museo del Palacio de Bellas Artes dentro de la exposición Rojo mexicano. La grana cochinilla en el arte ¡No puedes perdértela!