Cambiar los procesos educativos ha sido muy difícil y si bien existen nuevos modelos, algunos muy avanzados, hay muchas barreras para implementar la innovación en el aprendizaje y la enseñanza, comentó Jennifer Groff, ingeniera educativa, diseñadora e investigadora del Media Lab en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).
No obstante, uno de los principales recursos para rediseñar la educación es el cambio en los ambientes de aprendizaje, común denominador que ha encontrado a lo largo de su carrera, consistente en investigar y diseñar nuevas formas más eficientes de enseñar, dijo en el Cuarto Congreso Internacional de Innovación Educativa, realizado en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, campus Monterrey.
En el evento, la especialista expuso diferentes modelos educativos que han tenido éxito en Estados Unidos, así como en otros países desarrollados, los cuales, han logrado rediseñar sus procesos en la forma en que conciben el ambiente educativo, el rol del tiempo y grados en las escuelas, su capital humano y cómo organizarlo.
Refirió que en algunas de las escuelas de educación básica que han analizado, encontraron resultados positivos cuando la enseñanza es más personalizada, los conocimientos se centran en el desarrollo de los estudiantes y se puede aplicar en su entorno inmediato o su propia comunidad. “Hoy en día, aunque se tengan todos los recursos y haya un gobierno apoyando, son insuficientes para superar barreras, por lo que se debe mantener la innovación y una dinámica continua para explorar y rediseñar los procesos educativos”.
Cada experiencia en un modelo o escuela es diferente y aunque se insista en la intención de generar un entorno innovador en éstos, muchas veces basta con propiciar un aprendizaje efectivo, añadió en su conferencia magistral.
Existen modelos educativos, ejemplificó, donde no se imponen los currículos, sino que desarrollan los intereses y preguntas de los niños, además, sus escuelas trabajan en la construcción de proyectos en torno a éstos. “Lo anterior permite comprometerlos más con lo que están aprendiendo”.
Algunos otros diseñan proyectos que impactan en su comunidad o en su escuela, como desarrollar jardines hidropónicos con los que obtienen alimentos para su propio consumo. Hay otros, añadió, que integran herramientas de internet con el entorno físico de la escuela, algunos más diseñan currículos flexibles y no ajustados a grados o edades específicos.
“Todo esto refiere el poder de rediseñar los procesos educativos y ver lo que pasa cuando se da libertad de repensar lo que se hace comúnmente. En la educación, volteamos a ver qué se ha hecho y nos preguntamos cómo lo podemos arreglar, en vez de tener la mente más abierta”.
Groff enfatizó que hoy en día no se están rediseñando los pilares fundamentales sobre los que se construyeron los entornos de aprendizaje, sino se trata de hacer pequeños ajustes sin diseñar la educación del futuro. Pero, “¿cuál es el futuro que queremos construir?”.
La experta del MIT puntualizó que se debe comenzar por el principio. “En las ciencias de la educación se busca entender cómo aprenden las personas. Para ello, debemos entender que somos seres emocionales y operamos a través de las emociones. Si no hay un compromiso, motivación o contexto de lo que enseñas, el aprendizaje no será profundo y no se retendrá en los estudiantes”.
Jennifer Groff ha realizado trabajos conjuntos con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), dentro del proyecto Entornos de Aprendizaje Innovadores, del cual, derivaron publicaciones, como La naturaleza del aprendizaje y un manual —disponibles para su descarga en internet—. En el proyecto, los especialistas diseñaron siete principios básicos de este tipo de aprendizaje. La investigadora los expuso brevemente.
Los estudiantes son el centro y pueden aprender a construir su propio entendimiento mediante un involucramiento activo. Somos seres sociales y no se puede aprender en el aislamiento, el conocimiento se desarrolla mejor cuando se trabaja en conjunto.
Las emociones son parte integral del aprendizaje y si los estudiantes tienen problemas emocionales en casa o en su entorno no podrán desarrollarlo de la mejor forma. Existen diferencias individuales y todos aprenden de manera distinta, por lo que se requiere adaptarse a sus necesidades.
Para lograr el desarrollo de las habilidades de los estudiantes, se necesita construir ambientes de confianza. La información de su evaluación tiene que ser formativa y proporcionarles una retroalimentación para saber en qué están fallando o no. Finalmente, enfatizó la importancia de que los estudiantes se involucren en proyectos con su comunidad, es decir, con el mundo real, para que su aprendizaje sea más significativo.
Pie de foto: Las emociones son parte integral del aprendizaje, afirmó Jennifer Groff en la conferencia que cerró el Cuarto Congreso Internacional de Innovación Educativa en el Tecnológico de Monterrey. (Foto: Isaac Torres).