Igual que las demás ciencias, la arqueología se ha transformado a partir de los paradigmas de la tecnología, incorporando nuevas herramientas para estudiar con mayor precisión los fenómenos humanos.
El doctor José Luis Punzo Díaz, miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Michoacán, habla de las nuevas tecnologías que acercan la antropología al descubrimiento y entendimiento del pasado.
"La arqueología es una ciencia que busca responder preguntas específicas sobre la forma de vida de las personas en el pasado", señala. La imagen caricaturesca del arqueólogo siempre se ha representado con la lupa, el cincel y la brocha, removiendo la tierra para desenterrar pirámides y cuevas.
Sin embargo, el doctor señala que la arqueología ha evolucionado, ahora el estudio del pasado es más amplio, pudiendo abarcar incluso al día de ayer o los objetos más rudimentarios como la basura. "Los desechos de las sociedades dicen mucho sobre lo que son y cuáles son sus hábitos".
La forma de observar al ser humano es a través de la cultura material, es decir, a través de sus objetos. Es por eso que se pueden hacer estudios en cualquier lugar donde exista una huella humana, comenta, vinculando el espacio y el tiempo.
"Antes se buscaba en las grandes zonas arqueológicas la respuesta a las preguntas de organización social de nuestros antepasados. Ahora la pista más pequeña es la más útil, por lo que revela de su forma de vida más íntima".
Para el científico, la tecnología para abordarla ahora permite tener un mayor alcance. Algunos de los medios utilizados en el INAH son LIDAR aéreo, LIDAR terrestre, fotogrametría.
LIDAR aéreo
Esta tecnología permite hacer una detección láser de espacios muy grandes. Funciona a partir de subir un dispositivo láser a un avión que dispara pulsos a la tierra. Permite registrar donde choca con algún objeto.
Este mecanismo lanza alrededor de 20 pulsos láser por m/s, esta información se procesa a través de un algoritmo quitando la vegetación y solo se queda con la imagen de los puntos de contacto del piso.
Como resultado se obtiene un mapa muy detallado, que no es una foto real pero sí un modelo de interpolación de puntos que dan el sustento para hacer el trabajo de campo a pie.
LIDAR terrestre
A diferencia del aéreo, se coloca en un punto fijo en el suelo y a partir de ahí se hace el disparo de pulsos láser que se van registrando. Este tipo de tecnología tiene menor alcance, pero aporta una ventaja al registrar zonas conocidas, para poder hacer un histórico detallado de los registros arquitectónicos.
Esta técnica ha sido utilizada por el INAH en los proyectos de investigación en la zona de Tzintzuntzan, Tingambato e Ihuatzio.
Fotogrametría
En las zonas donde existe poca vegetación se puede utilizar esta tecnología que, a través de drones, permite realizar modelos digitales de las zonas arqueológicas.
Estos mecanismos son la base sobre la que se realizan estudios más profundos de interpretación y exploración, donde la información se vincula a sistemas de investigación geográfica o estudios geofísicos con radares de penetración, técnica de resistividad eléctrica o magnetometría.
Los arqueólogos ya no se guían por la nariz
El doctor cuenta el relato conocido entre la comunidad sobre Román Piña Chan, uno de los más famosos arqueólogos de México: "Se cuenta que a este arqueólogo su nariz le decía dónde excavar, ojalá tuviéramos esa misma habilidad, pero como no, usamos la tecnología disponible".
Una vez que se tiene el modelo generado por los mecanismos tecnológicos anteriores, realizan ahora sí salidas de exploración con más posibilidades de reconocer las características de la zona.
Así, los arqueólogos del presente promueven un estudio menos invasivo y agresivo que permite obtener resultados más precisos.