Mérida, Yucatán. 2 de diciembre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- La “guerra de la caballa” (mackerel
war) es el nombre con que se conoció una serie de conflictos económicos y políticos que surgieron en 2007 a raíz del desplazamiento de la población de macarela (Scomber scombrus) del Atlántico Nororiental, gestionado por la Unión Europea, Noruega y las Islas Feroe, a la zona económica exclusiva (ZEE) de Islandia.
En Estados Unidos, las poblaciones de blanquillo (Caulolatilus microps) fueron capturadas y manejadas históricamente al sur de la frontera entre Virginia y Carolina del Norte, hasta que las poblaciones se trasladaron hacia el norte y una pesquería nueva las explotó sin regulación durante casi una década.
Entre 1980 y 1990, las temperaturas oceánicas en la región del Pacífico Norteamericano se elevaron más que el promedio histórico, causando el incremento de las capturas de salmón proveniente de Estados Unidos. Ante ello, las embarcaciones canadienses reaccionaron capturando salmón que migraba para desovar en los Estados Unidos, causando años de desacuerdo y tensiones entre las dos naciones.
Como consecuencia del impacto generado por el cambio climático, en las próximas décadas se estima que muchas especies marinas se desplazarán a través de las fronteras marinas nacionales. De acuerdo con el estudio Preparing ocean governance for species on the move, publicado en la revista Science, se esperan potenciales conflictos entre naciones vecinas sobre los nuevos recursos compartidos, dado que el manejo pesquero de varias pesquerías no está preparado para dichos desplazamientos.
Cambio climático y los océanos
En el Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), se reporta que los océanos han absorbido 93 por ciento del calor causado por el cambio climático producido por las actividades humanas desde la era industrial.
De 1880 a 2012, la temperatura media mundial aumentó 0.85 grados Celsius, provocando el calentamiento de los océanos, la disminución de nieve y hielo y el aumento del nivel del mar.
El número de ZEE con nuevos stocks transfronterizos aumenta con la temperatura global. Fuente: Preparing ocean governance for species on the move.
Debido a las continuas emisiones de gases de efecto invernadero, es probable que al final de este siglo la temperatura media mundial aumente de uno a dos grados Celsius, en relación con el nivel de 1990 (aproximadamente 1.5 a 2.5 grados por encima del nivel preindustrial).
El informe indica que los océanos se calentarán y el deshielo continuará. Se estima que el aumento del nivel medio del mar será de entre 24 y 30 centímetros para 2065 y de 40 a 63 centímetros para 2100.
En octubre de 2018, el IPCC publicó un informe especial en el que advierte que es posible que el calentamiento global alcance los 1.5 grados Celsius entre 2030 y 2052 si continúa aumentando al ritmo actual, trayendo consecuencias devastadoras para el planeta.
Consecuencia natural: desplazamiento de las especies
Los impactos del cambio climático en los océanos han generado un cambio importante en el nivel de pH, oxígeno y diversas características físicas y químicas del agua, resultando en el cambio en la distribución de algunas especies que buscan aguas adecuadas para su desarrollo.
Juliano Palacios Abrantes, coautor del artículo y estudiante mexicano de doctorado de la Universidad de Columbia Británica (UBC, por sus siglas en inglés), señala que el cambio climático está transformando la distribución de las especies a nivel mundial, de acuerdo con modelos matemáticos que sugieren un movimiento de las especies hacia los polos, respaldados por el aumento latitudinal en las capturas de varias especies.
“El patrón global, en general, es que las especies se están moviendo hacia los polos y/o aguas más profundas, donde es menos cálido. Básicamente, las especies que viven en el ecuador están más cerca de su tolerancia térmica, es decir, un pequeño aumento en la temperatura para esas especies puede ser demasiado, por lo que se mueven a aguas menos cálidas”, afirmó.
Las especies que se encuentran en la zona templada —donde se ubica México, por ejemplo—, no se encuentran tan lejos de su rango de tolerancia, por lo que pueden permanecer en estos sitios durante más tiempo; mientras que las que se encuentran en el Polo Norte y en el Polo Sur, pese a su necesidad de temperaturas más bajas, ya no tienen a dónde ir. “La idea en general es que las especies se están moviendo hacia los polos, hacia zonas más profundas buscando aguas más frías”, resaltó Palacios Abrantes.
Consecuencias humanas: manejo pesquero internacional
De acuerdo con Palacios Abrantes, en términos de manejo pesquero, las pesquerías se pueden dividir en dos estilos: las que suceden dentro de la zona económica exclusiva de un país y las que son compartidas por dos o más países. Antes de la década de 1980, los países tenían derechos de propiedad dentro de 12 millas náuticas de la costa, a partir de lo cual todo lo demás era territorio común, es decir, en donde cualquier país podía pescar libremente.
En 1982, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS, por sus siglas en inglés), a partir de la cual se permitió que los estados que tienen salida al mar declaren hasta 200 millas náuticas —alrededor de 345 millas terrestres— como su zona económica exclusiva, “lo que quiere decir que los países tienen la exclusividad y responsabilidad de manejar los recursos pesqueros dentro de esa zona”, apuntó el candidato a doctor por la Universidad de Columbia Británica.
A partir del nuevo acuerdo, se generó lo que los investigadores llaman “stocks transfronterizos”, que son un tipo de recursos pesqueros que pasan distintos estadios de su vida en diferentes países, por ejemplo, el salmón que proviene de Canadá y pasa un tiempo en Estados Unidos, y la sardina que México comparte con el estado de California, en Estados Unidos.
Además de transitar entre dos países, algunos stocks transfronterizos también se dirigen hacia altamar, la zona de mar común todavía existente más allá de las 200 millas de las zonas económicas exclusivas.
“En inglés, estos stocks se llaman straddling stocks, se diferencian de los transfronterizos en el sentido de que estos recursos no solo se encuentran en la ZEE de cada país sino que además van a los high seas. Hoy en día, hay profesores —entre ellos un asesor mío de la tesis, Rashid Sumaija— que están abogando por el cierre completo del mar común a la pesca, es un tema de mayor discusión en las negociaciones de las Naciones Unidas”.
Otra clasificación corresponde a las grandes especies migratorias, como el atún, que va desde Europa hasta el golfo de México, o de Japón a Canadá, Estados Unidos, México, y vuelve a cruzar el Pacífico.
Estas definiciones se hacen porque el manejo pesquero es distinto cuando se maneja una pesquería dentro de un país, a cuando la pesquería es compartida con uno o más países.
Juliano Palacios Abrantes, estudiante de doctorado en la Universidad de Columbia Británica.
“Si tú y yo somos dos países que comparten un stock y no nos ponemos de acuerdo en su manejo, lo esperado es que los dos intentemos pescar la mayor cantidad posible, ya que la impresión es que lo que uno no pesque, el otro lo hará. Este tipo de dinámica se conoce en economía como la tragedia de los comunes y eventualmente lleva el stock al colapso”.
Es aquí donde entra la gobernanza de las pesquerías que son compartidas, ya que las decisiones de un país en materia de pesquerías (por ejemplo, cuánto pesca) afectará, directamente, las decisiones del otro, ya que comparten dicha pesquería, apuntó Palacios Abrantes.
Impacto del cambio climático en stockstransfronterizos
¿Cuántos nuevos stocks transfronterizos estamos esperando a partir del cambio en la distribución de las especies como consecuencia del cambio climático? Fue la pregunta que guió el estudio realizado por los investigadores de la UBC.
“Básicamente tomamos 896 stocks presentes en 268 EEZ del mundo y filtramos los que no son transfronterizos, o que al menos no son pescados por países vecinos, y utilizamos un modelo desarrollado por mi asesor, el doctor William Cheung, para proyectar la distribución de dichos stocks bajo el cambio climático”.
El modelo matemático retoma modelos fisicoquímicos de cambio climático a nivel mundial en torno a los mares —utilizando parámetros como temperatura, oxígeno disuelto, nivel de pH, etcétera— que se proyectan al final del siglo, y los combina con un modelo de distribución de especies, utilizando diferentes parámetros como niveles de tolerancia de las especies a los distintos factores fisicoquímicos, así como a las relaciones de estos con elementos particulares de fisiología animal.
Finalmente, el modelo integra la información obtenida de la dimensión de las pesquerías de acuerdo con el manejo pesquero, a partir de lo que se puede proyectar qué especies, que en la actualidad están en un país, pueden cambiar a otro.
“Por ejemplo, tomas las especies del Pacífico que hoy se pescan en México pero no en Estados Unidos y proyectas cambios en su distribución. El resultado será que la distribución de las especies va a cambiar de tal manera que algunas podrían alcanzar las aguas de California y, como consiguiente, estar disponibles para la pesca en Estados Unidos”.
El modelo se aplicó para dos escenarios de incertidumbre basados en las probables acciones de los seres humanos y es lo que se ve en la gráfica. Si se reducen las emisiones (escenario RCP 2.6), la temperatura superficial del mar aumentará alrededor de 1.2 grados Celsius a finales del siglo, en referencia a 1990.
Por el contrario, si las emisiones continúan como hasta ahora (escenario RCP 8.5), puede haber un aumento de hasta 3.2 grados Celsius en la temperatura del mar. Se espera que el impacto de dicho incremento en los ecosistemas marinos sea mucho mayor en el escenario RCP 8.5 que en el 2.6.
Comparando el periodo que comprende entre 1950 a 2014, con el proyectado para 2009 a 2100, los investigadores encontraron que muchas de las ZEE del mundo probablemente recibirán de una a cinco nuevas pesquerías transfronterizas impulsadas por el cambio climático para fines de siglo.