El mundo de la música digital es un nuevo negocio donde todos ganan y la red una gran herramienta de comunicación, aseguró el cantautor Felipe Gil, vicepresidente operativo de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM).
En entrevista, subrayó que la vida en general se ha vuelto un fenómeno electrónico: “La expresión digital nos refiere a dígitos, es decir, lenguaje computarizado y la industria musical desde los años 80 empezó a cambiar y la vida de las sociedades también".
La magia de la tecnología es algo real, que no se puede evadir por intereses económicos o ideológicos: “En la etapa del LP se marcó un protocolo de distribución impresionante a nivel internacional, pero cuando surgió el disco compacto, se abrieron otras puertas, que aún no estaban legisladas, lo que nos tomó por sorpresa a los involucrados en esta industria”.
El compositor explicó que la era digital trajo beneficios de comunicación, pero daños de control, por aquello de la copia fiel de un original vía digital: “El fenómeno de la piratería empezó de manera callejera en México, porque en otras naciones fue distinto”.
La competencia ilegal empezó a crecer a la par del internet, porque esta vía facilitó aún más la copia sin permiso de las obras culturales en todos los rubros de las artes: “Especialmente y de manera escandalosa en la música, con formas modernas de explotación de las obras por internet”.
El vicepresidente de Procedimientos de la SACM subrayó que la falta de regulación en los inicios de la “súper carretera de la información”, fue el talón de Aquiles de muchas instituciones, ante la ausencia legislativa en el rubro.
“El internet nace con sólo un objetivo, para poder conservar el conocimiento humano, no importaba que pudiera pasar con algún desastre natural o nuclear, la gente podía preservar los sucesos a través de la red”.
Explicó que para ello había las conexiones entre gobiernos y universidades, para preservar el conocimiento, pero el surgimiento de las redes sociales hace el “boom” de otro tipo de transacciones, especialmente, comerciales, que nunca se reglamentó.
El internet incluso viola aspectos hacendarios de muchas naciones, porque no hay una reglamentación efectiva y directa que detenga la descarga ilegal de obras musicales, en detrimento de los creadores que dejan de percibir ganancias por sus letras.
“Sabíamos de la llegada de la era digital, pero no estábamos preparados para abordarla, incluso en la misma SACM, donde desde hace más de diez años hemos venido ajustando nuestros sistemas de recaudación y nuestra forma de medir las tocadas musicales”.