A seis años de su aniversario luctuoso, que se cumple este viernes, el escritor y lingüista Andrés Henestrosa es reconocido como uno de los exponentes más complejos y profundos de la literatura mexicana.
Muestra de ello es la trasmisión del especial “Andrés Henestrosa. La vida misma” que emitió, la televisora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como homenaje a uno de los más grandes intelectuales del país, apunta el sitio electrónico “tvunam.unam.mx”.
El narrador, poeta, ensayista e historiador mexicano, considerado uno de autores indigenistas más importantes, marcó con su prosa nuevos senderos en la cultura del siglo XX.
Andrés Henestrosa Morales nació el 30 de noviembre de 1906 en Ixhuatán, Oaxaca, municipio en el que cursó la educación primaria, señala su perfil biográfico publicado en el portal “bibliotecahenestrosa.com”.
A los 15 años se trasladó a la Ciudad de México, a fin de conocer a José Vasconcelos (1882-1959), el entonces Secretario de Educación Pública, a quien solicitó una beca para estudiar en la Escuela Normal de Maestros, donde aprendió español, pues hasta entonces sólo había hablado zapoteco.
Continuó sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria; en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, donde cursó Derecho sin graduarse; y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en ese entonces conocida como Universidad Nacional de México.
En 1927, Antonio Caso (1883-1946), filósofo que le impartió cátedra en la UNAM, le sugirió escribir los mitos, leyendas y fábulas que relataba oralmente.
Dos años después, publicó su ópera prima “Los hombres que dispersó la danza” (1929), libro que a decir de la crítica especializada exalta un pasado indígena que se afianza en el presente, a partir de la defensa de una cosmovisión a la vez liberal e íntimamente espiritual, así como los fundamentos del nacionalismo mexicano.
También publicó poemas, canciones y corridos como “La Martiniana”, “La Paulina”, “La Vicenta”, “La Ixhuateca”, “Las juchitecas: oro, coral y bambú” y “La Llorona”, apunta el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
Estas piezas, han sido interpretadas por artistas como Álvaro Guerra, el trío Montalbán, Tehua, Susana Harp, Georgina Meneses y Lila Downs, quienes han dado voz y música a la palabra lírica del escritor oaxaqueño.
En 1936, la Fundación Guggenheim le otorgó una beca para realizar un estudio sobre la cultura zapoteca en Estados Unidos; por lo que vivió en California, Illinois, Nueva Orleáns, Louisiana y Nueva York.
A partir de los resultados de su investigación, fonetizó el idioma zapoteco, lo transcribió al alfabeto latino y publicó un breve diccionario zapoteca-castellano, en el que dicho alfabeto se puso en práctica.
Realizó, además, una carrera prolifera y sobresaliente como periodista, durante 50 años de trayectoria escribió más de 20 mil artículos en periódicos como “Novedades”, “Excélsior”, “El Universal”, “El Día”, “El Popular” y “Unomásuno.
Fue editor, fundador y director de revistas o colecciones como “Neza”, “Didza”, “Las letras patrias”, “Mar abierto”, “El libro y el pueblo”, y titular de columnas y secciones como Alacena de minucias, Reloj literario y Divagar.
El también político participó en la campaña de José Vasconcelos a la Presidencia de la República de 1929, además, fue diputado federal en los periodos de 1958 a 1961 y de 1964 a 1967.
El 23 de octubre 1964 ingresó a Academia Mexicana de la Lengua como miembro de número, ahí ocupó la silla XXIII, y fue creador emérito, desde 1993, del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
Fue director del departamento de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) (1952-1958) y durante 40 años, impartió cátedra en la UNAM y en la Escuela Normal de la Secretaria de Educación Pública (SEP), apunta la página web “mexicodiplomatico.org”.
A lo largo de su trayectoria recibió numerosos galardones, entre los que destacan el Premio Internacional “Alfonso Reyes” (1992); la medalla “Belisario Domínguez” (1993), que otorga el Senado de la República; la Medalla al Mérito “Benito Juárez” (1993) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1994), en el área de Lingüística y Literatura.
En 1993, en reconocimiento por sus aportes, la Asociación de Escritores de Oaxaca y el Gobierno del Estado de Oaxaca instituyeron el Premio y Medalla “Andrés Henestrosa”, indica el portal electrónico de la Presidencia de la República.
En su cumpleaños 97, celebrado en 2003, fue inaugurada la biblioteca que lleva su nombre, la cual resguarda un acervo de 40 mil volúmenes que el intelectual adquirió a lo largo de su vida.
El literato, considerado un orador talentoso, dotado de una rara capacidad de improvisación y articulación, dueño de ingenio y de una dicción nítida e impecable, falleció el 10 de enero de 2008 víctima de una complicación por neumonía.
Uno de sus mayores logros, que continua vigente, es provocar a la sociedad para acercarse a la cultura zapoteca; en sus obras se puede seguir el asombro que llevó al escritor a dedicar su vida a esta lengua, señalan sus biógrafos.
Entre sus piezas literarias figuran “Retrato de mi madre y otras narraciones” (1937), una de las obras mexicanas más editadas, “Divagario” (1989), “El conejo agrícola” (1987) y “Los hombres que dispersó la danza y algunos recuerdos, andanzas y divagaciones” (1992).
Además, resalta su producción ensayística, con obras como “Los caminos de Juárez” (1967) y “De Ixhuatán, mi tierra, a Jerusalén, tierra del Señor” (1975), “Mágica y hechicera Oaxaca” (2001) y “Personas, obras, cosas” (2003).