Familiares, colegas, pero sobre todo amigos, se reunieron ayer en la sede de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, donde rindieron homenaje póstumo a José Emilio Pacheco (1939-2014), a quien consideraron un autor inscrito en las letras nacionales y universales.
Escritores e historiadores que convivieron con él a lo largo de más de cuatro décadas participaron en la tertulia, en la que resaltaron su trayectoria, leyeron algunos poemas y rememoraron la calidad humana e intelectual del poeta fallecido el 26 de enero pasado.
Cristina Pacheco, su viuda; Laura Emilia Pacheco, su hija, y Elena Poniatowska, amiga cercana de Pacheco, escucharon los testimonios de amistad allí vertidos, iniciando por el de la directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Teresa Franco, quien lo evocó como figura central de la literatura nacional.
Recordó, entre otras cosas, la aportación de Pacheco al Seminario de Historia de la Cultura Nacional organizada por la DEAH, a donde Pacheco “llevó la novedad de sus rigurosas investigaciones y ensayos sobre la historia literaria y cultural de este país”.
También habló de su pasión por la historia y su manera de transmitirla mediante las herramientas de la literatura; su estilo conversacional y coloquial, claro y antirretórico; su reflexión sobre el papel de la poesía, y el que fuera su gran tema literario: el tiempo.
“En su obra domina la pasión por la metáfora, la concentración en unas cuantas líneas de un relato casi siempre pesaroso, el gusto por los relatos inesperados, el despliegue del poder de síntesis, el juego de analogías como espejos de la devastación, la alabanza jubilosa del paisaje”, apuntó.
Luego, el etnólogo Luis Barjau, titular de la DEH, consideró que con el ingreso, el 1 de agosto de 1972, de José Emilio Pacheco, José Joaquín Blanco, Carlos Monsiváis, Nicole Girón, Adolfo Castañón, Emma Yanes, Héctor Aguilar Camín y Antonio Saborit a este centro de investigación, los estudios históricos adjuntaron un paradigma de observación que tendió una nueva mirada sobre el siglo XIX.
A partir de entonces se empezó a mirar con ahínco la historia de la sensibilidad mexicana, entendida como la historia que captan en primera instancia los sentidos. “Su interés por editar la obra completa de Ignacio Manuel Altamirano, al final vertida en 24 volúmenes, significó la oportunidad de observar un buen espacio de la ideología del siglo XIX”, recordó.
Francisco Pérez Arce expresó que pocos escritores dejan su sello en el lenguaje de una época y en los habitantes de un país, y justamente los poemas de José Emilio tienen esa cualidad.
Mientras que José Joaquín Blanco se refirió a las preocupaciones y temas que ocupaban a Pacheco dentro del Seminario de Historia de la Cultura Nacional.
Entre otros, dijo, le interesaba estudiar la obra de Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña, y hacer una antología de los autores modernistas.
Otros tópicos que abordó fue el personaje de Francisco Xavier Clavijero y el tema de la mexicanidad entre un siglo y otro, el de los escritores románticos, entre ellos la figura de Guillermo Prieto, así como la narrativa de la Revolución Mexicana, en particular, el caso de Martín Luis Guzmán.
Además, se enfocó en la obra poética de autores como Octavio Paz (1914-1998) y Alí Chumacero (1918-2010).
En la sesión homenaje, historiadores y escritores leyeron algunos de los poemas más entrañables de Pacheco y se interpretaron melodías a la manera de las tertulias que gustaban al poeta.