Considerado como uno de los espacios culturales y de interés turístico más importantes del país y del continente americano, el Museo Nacional de Antropología (MNA) cumple medio siglo de albergar las colecciones arqueológicas y etnográficas más importantes de esta nación.
Inaugurado el 17 de septiembre de 1964, durante el sexenio del entonces presidente de la República, Adolfo López Mateos, el recinto es una obra arquitectónica de Pedro Ramírez Vázquez (1919-2013), que por sí misma es emblemática.
Según estadísticas oficiales, el inmueble con forma de herradura y un amplio patio central que tiene una gran fuente colmada por una techumbre que remata el pilar y da forma a un paraguas, es visitado cada año por un conjunto de entre 1.3 millones y 2.3 millones de visitantes.
Cifras superiores a la población de cualquier ciudad de México, con excepción de la capital de la República.
Para historiadores, antropólogos y arqueólogos, este recinto es un espejo que ha permitido desarrollar la conciencia sobre el origen de esta nación y la diversidad de pueblos que la componen.
En una caminata total de 5.5 kilómetros, por sus pasillos y salas se pueden comprender 40 mil años de historia de los seres humanos en lo que hoy es México, desde la prehistoria hasta la vida presente de los pueblos indígenas.
Su colección, destaca el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), rebasaba los 52 mil objetos el año de su apertura, se ha seguido nutriendo e incluye tesoros como el ajuar y máscara de jade de la tumba del emperador Pakal, de Palenque, Chiapas. También, joyería de oro rescatada de las tumbas de Monte Albán, Oaxaca; centenarias esculturas monumentales como la Piedra del Sol, del pueblo mexica, en el centro de México; osamentas de hombres y mujeres con 12 mil años de antigüedad que se dedicaban a la caza y la recolección.
Además de una colección de vestidos, herramientas y utensilios de las etnias vivas de México, misma que comenzó a reunirse hace más de 150 años en viajes antropológicos por toda la República.
Sus antecedentes se remontan al año 1825, con el nacimiento del Museo Nacional Mexicano, creado bajo la tutela de Guadalupe Victoria, asesorado por el historiador Lucas Alamán. Cuatro décadas después, el emperador Maximiliano de Habsburgo ordenó el traslado del Museo al edificio ubicado en la calle de Moneda 13.
En 1910, el lugar recibió el nombre de Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, y para 1924 el aposento incrementó su acervo albergando alrededor de 52 mil objetos. Como consecuencia de ello, las colecciones se trasladaron al Castillo de Chapultepec, a fin de construir un nuevo recinto para las piezas históricas.
El INAH recuerda que el proyecto de construcción del nuevo inmueble nació gracias al arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez, quien concibió esta edificación como una obra magnífica que actualmente forma parte del patrimonio cultural de la nación, debido a la belleza de su diseño.
Para la obra se contó con cinco equipos de trabajo (Asesoría antropológica, Asesoría didáctica, Equipo museográfico, Artístico de maquetas y dioramas y Equipo arquitectónico).
Al ser inaugurado, el 17 de septiembre de 1964, el MNA causó un gran impacto nacional y mundial debido al diseño de sus 24 salas de exhibición, 23 de ellas permanentes y una sala destinada a exposiciones temporales, que poseen alturas diferenciadas en los techos.