El retinoblastoma, un tumor maligno en la retina que afecta a niños generalmente menores de tres años, se considera un problema oncológico importante ya que representa 4.3 por ciento de los cánceres que afectan a los pequeños del país.
Asimismo, constituye la segunda neoplasia (crecimiento anormal de los tejidos) más común en menores de un año, así como la tercera en pequeños de uno a cuatro años, señaló la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) a través de un comunicado.
El retinoblastoma, que puede aparecer en algunas ocasiones por factores hereditarios, en uno o en ambos ojos, requiere de un pronto diagnóstico y de un tratamiento adecuado para evitar que los niños pierdan la vista, el órgano o incluso morir.
Sin embargo, el diagnóstico para saber si un niño tiene retinoblastoma es de tipo clínico y requiere de un examen detallado del ojo, por lo que el estudio de cómo se origina y desarrolla este padecimiento podría sentar las bases de su detección y curación oportuna.
De acuerdo con la investigadora de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), Vanesa Olivares Illana, para atender este padecimiento se debe contar con un diagnóstico que pueda anticipar si el niño es susceptible a desarrollar retinoblastoma.
La especialista, que actualmente desarrolla un proyecto sobre las bases biomoleculares de este tipo de cáncer, señala que entre las alteraciones que pueden dar lugar al retinoblastoma se encuentra la pérdida de actividad de los genes supresores de tumores.
Las proteínas de los genes supresores de tumores, subraya, ejercen un fuerte control en el ciclo celular e inducen la muerte celular cuando es necesario, en respuesta a un daño en el ADN o a señales provenientes del medio extracelular.
Por ello, abundó, las mutaciones que ocurren en genes supresores de tumores, como el p53, generalmente desencadenan la proliferación desmedida de las células y anulan sus sistemas de reparación.
En ese sentido, señala que en la mitad de los cánceres humanos el gen p53 está mutado; sin embargo, en retinoblastoma dicho gen está intacto y las mutaciones ocurren en otro denominado RB, también supresor de tumores.
De tal manera, el proyecto de Vanesa Olivares Illana estudiará cómo las proteínas MDM2 y MDMX, que regulan el funcionamiento del gen p53, establecen interacciones con el gen RB y cuál es el papel de estas interacciones en el desarrollo del cáncer en la retina.
De igual forma, si se pueden modular con algún tipo de fármaco, ya que en México hay poca investigación y datos respecto al retinoblastoma, a pesar de que la frecuencia y la incidencia de este padecimiento es mayor que en los países desarrollados.