Un psicópata carece totalmente de empatía y no distingue -en términos emocionales- el bien del mal pero, si comete un asesinato, ¿debe ser eximido por tener esa condición?, cuestionó Manuel Cancio Meliá, catedrático de Derecho Penal de la Universidad Autónoma de Madrid, España.
En el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, consideró que la neurociencia no debe afectar los pilares de la legalidad ni derruir los fundamentos del concepto culpabilidad.
Al respecto, detalló que hoy se aprecian nuevos intentos por cambiar el sistema a partir de corrientes que sostienen que, con lo descubierto en los últimos años, se modificará la noción de responsabilidad.
El experto apuntó que la psicopatía es una manifestación de la personalidad que no admite terapia farmacológica o conductual pues, para algunos expertos, someter al sujeto a tratamiento es contraproducente y equivale a enseñar al afectado a sustraerse de la detección de su condición.
Además, hay una división entre los expertos. Por un lado, están quienes piensan que se trata de un mal masculino y argumentan que aunque haya mujeres con características como las descritas, ellas no entran en esta clasificación por divergencias morfológicas cerebrales; por el otro, hay detractores de esta postura.
Para el académico no están claras las causas de esa proclividad, aunque el consenso apunta a una razón multifactorial en la que concurren desde factores natos hasta historias personales. Se afirma que hay psicópatas primarios (de nacimiento) y secundarios (afectados a partir de traumas en los primeros tres años de vida).
La psicopatía parece no tener etiología social de ninguna clase, sino una constante antropológica, pues en todas las épocas y culturas un porcentaje estable de la población está constituido por sujetos con estas alteraciones.
Por ejemplo, en Estados Unidos se estima que de 15 a 25 por ciento de la población reclusa y los autores de infracciones especialmente graves estarían afectados por esta condición, subrayó.
“Estos sujetos saben distinguir lo permitido de lo prohibido, el problema es que no son capaces de hacerlo entre lo que es correcto y lo incorrecto. No experimentan arrepentimiento, es decir, no sienten ni padecen”, refirió.
Si un médico puede determinar en un juicio que un individuo es un psicópata, esa persona es inimputable, pues tiene un problema que lo aparta del resto de la humanidad, explicó.
“La empatía es la base del hombre social, ésta nos ha hecho exitosos como especie. Solemos colaborar porque sentimos afecto, algo que les falta a ellos”.
Un enfermo mental no debería ser encerrado 20 años en una cárcel, sino ser albergado en una institución hasta dejar de ser peligroso (ello no implica que haya cura). Si lo retiramos del sistema penal y lo referimos a centros especializados, las leyes obtendrán racionalidad, algo de lo que estamos profundamente necesitados, concluyó.