Cuidar adultos mayores causa daño psicológico

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Los familiares encargados de satisfacer las necesidades de los adultos mayores que no pueden valerse por sí mismos deben recibir apoyo psicológico y económico debido a que resultan afectados en su salud, alertó la académica de la UNAM,

Virginia Reyes Audiffred.

 

Mencionó que la mayoría de los familiares que cuidan a los adultos mayores son mujeres, como la esposa, hijas o hermanas, quienes ofrecen su ayuda con la mejor intención.

 

La académica de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO) de la UNAM añadió que las mujeres cuidadoras no sólo consumen sus ingresos en esa tarea, sino que no tienen tiempo para atender su propia salud y acudir al médico.

 

“En promedio dedican 12 horas (de día y de noche) y viven una situación difícil porque descuidan otras actividades como la atención de su propia familia, si son casados, o laboral, hasta el grado de tener que renunciar a su trabajo”, señaló.

 

La especialista explicó que muchos padecen el llamado síndrome de sobrecarga al cuidador, que consiste en un exceso biológico, psicológico y emocional.

 

“No sólo carecen de tiempo para ir a revisiones médicas, sino que se alimentan cuando pueden. Con un promedio de edad de 50 años, padecen enfermedades crónicas degenerativas, como diabetes mellitus o hipertensión arterial”, comentó.

 

En el aspecto psicológico, se trata de individuos que se aíslan porque todo el tiempo están dentro de su domicilio y pueden presentar depresión.

 

Así ocurrió en uno de los casos analizados en la investigación doctoral de Reyes Audiffred, donde una cuidadora presentó tristeza profunda acentuada con un descontrol de la hipertensión, lo que le provocó un infarto al miocardio y hospitalización.

 

Además, en lo emocional también se registran conflictos o problemas con los hijos o esposo, que ya casi no ven o que quedan desplazados, incluso, dentro de los espacios habitacionales: antes dormía con el cónyuge y ahora debe hacerlo con el familiar dependiente.

 

“Para ellas, esa actividad es una retribución o la oportunidad de hacer algo por quien en algún momento las cuidó. Pero también tiene significados negativos y la califican como una ‘carga’, ‘cruz’ o ‘castigo’”, aseguró.

 

Virginia Reyes explicó que 88 por ciento de la atención que requieren los adultos mayores lo brinda la familia y el resto la realizan las instituciones de salud.

 

“Seguramente la cifra va en aumento porque ese sector de la población, que hoy es de 9.1 por ciento del total, también se incrementa, lo mismo que la esperanza de vida que es, en promedio, de 75 años para los mexicanos”, dijo.

 

Conforme avanza la edad, la gente se hace dependiente de manera gradual, ya sea por la presencia de afecciones crónico-degenerativas o por el mismo proceso de envejecimiento, por lo que requieren ayuda para realizar actividades como ir al baño.

 

En esos y otros casos, los cuidadores requieren capacitación, porque si su paciente egresa del hospital no saben realizar actividades, incluso básicas, como moverlo sin ayuda o tender la cama para alguien que permanecerá acostado las 24 horas del día.

 

La especialista también expone que los familiares desconocen cómo darles de comer o bañarlos, lo que implica riesgos, como caídas. De ese modo, sólo se recibe una orientación breve e insuficiente en los hospitales y la asistencia que se brinda es por ensayo y error.

 

Ante esa situación, la universitaria recomendó que los servicios de atención médica a domicilio que brindan algunos hospitales incluya, con auxilio de las enfermeras, capacitación.

 

“Para su situación psicológica se requieren grupos de apoyo donde convivan con personas que enfrentan la misma situación y compartan vivencias. También, que se involucren los demás integrantes de la familia, hombres o mujeres, en el cuidado del adulto mayor, y que no prevalezca un sesgo de género”, puntualizó.

 

Además, recomienda a las mujeres asumir que no pueden tomar la responsabilidad al 100 por ciento, porque quien lo hace deja de brindar un cuidado de calidad, pues se vuelven personas cansadas, deprimidas y aisladas.

 

“De igual manera, deben aceptar que todos, incluidos los hombres, tienen la capacidad de asistir a un enfermo. Cuando eso suceda se dará un cambio importante; la responsabilidad es de todos”, agregó Virginia Reyes Audiffred.

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