Expertos de Estados Unidos, Bélgica, Francia y Japón evidencian que, después de una noche de desvelo o de no haber tenido un sueño reparador, las personas suelen despertar con mucha hambre, en especial de comida rica en carbohidratos.
La investigadora del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM, Carolina Escobar, comentó que en México no hay estudios en ese sentido, pero los realizados por esos países que se han hecho bajo condiciones controladas a personas que han dormido mal, permiten observar ese vínculo entre sobrepeso, obesidad y la mala calidad del sueño.
En un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), agregó que en los estudios se les pide a los integrantes del estudio que mencionen los alimentos que se les antoja en la mañana y se inclinan por aquellos que contienen más carbohidratos.
De esta manera, indicó Carolina Escobar, se cree que el cansancio físico causado por dormir mal hace que los niveles de algunas hormonas que normalmente generan saciedad, como la leptina, bajen y que, por lo tanto, las personas experimenten un gran apetito al día siguiente.
“Si la leptina está alta, dejamos de comer porque ya no se nos antoja nada, pero si está baja, sentimos hambre. En algunos de esos estudios se han medido los niveles de esa hormona en la sangre, y se ha visto que están muy bajos después de una mala noche de sueño”, precisó.
La especialista dio a conocer que en otros análisis epidemiológicos a largo plazo se formaron grupos de jóvenes, según la calidad de sueño que presentaban, el de los que dormían poco, mal, bien o suficiente.
Detalló que luego de 10 años de seguimiento, los investigadores encontraron que los que decían dormir poco o mal habían desarrollado sobrepeso y afecciones metabólicas.
Carolina Escobar refirió que durante el sueño, la fisiología del individuo experimenta cambios que permiten que al día siguiente el metabolismo y señales de hambre y saciedad funcionen bien, y no desarrolle problemas.
Como parte de su proyecto de investigación “la calidad y la cantidad de sueño como factores determinantes de obesidad. Una propuesta para detectar y prevenir el sobrepeso y la obesidad en la población del Distrito Federal”, Escobar y sus colaboradores planean hacer un seguimiento de los patrones del sueño entre los capitalinos.
“Aunque no sabemos cómo duerme la población, porque no existen encuestas que nos permitan conocer los hábitos de sueño de los mexicanos, creemos que lo hace muy mal, de ahí que queramos saber cuántas horas le dedica al sueño y detectar a las personas en riesgo”, dijo.
Respecto a los niños, destacó que en la actualidad se obsesionan por los juegos de video, la computadora o las redes sociales y ya no se duermen a las 19:00 o 20:00 horas, como antes, sino hasta las 22:00 horas, por lo que al despertarse temprano para ir a la escuela duermen menos horas.
“Necesitamos averiguar cómo duermen los infantes, los adolescentes y jóvenes”, apuntó la investigadora de la UNAM.
En este sentido consideró importante hacer conciencia sobre la necesidad de las horas de descanso y empezar a corroborar si, efectivamente, todas las personas con mala calidad de sueño son las que desarrollan obesidad y problemas metabólicos, como se ha visto en otros países.