El uso de toxina botulínica (botox) en pacientes con espasticidad muscular, caracterizada por rigidez, ha demostrado ser una alternativa muy efectiva, dijo el titular de Medicina Física en el Hospital de Especialidades del IMSS en Jalisco, Jorge Alberto Romano.
Dijo que el uso de la toxina, además de terapias de rehabilitación física, permite la recuperación de movilidad en mayor o menor grado en los pacientes.
Agregó que un ejemplo claro de dicho beneficio es Nachito, un joven que en 2010, cuando contaba con 19 años, sufrió una lesión cerebral mientras jugaba futbol americano.
Indicó que luego de la lesión el joven quedó con una cuadriparesia, es decir parálisis de sus cuatro extremidades con una rigidez muscular tal que únicamente podía permanecer acostado.
“Llegó hace aproximadamente dos años cuando él tenía 19 años y su diagnóstico de ingreso fue una cuadriparesia espástica por traumatismo craneoencefálico severo; no hablaba ni estaba orientado, no tenía interacción con el medio”, señaló la también experta adscrita al citado servicio, Xóchitl Verónica Larios González.
La doctora recordó que la severidad del daño impedía a Nachito comer, por lo que le fue colocada una gastrostomía, es decir, una sonda conectada al estómago para administrarle los nutrientes, además requería de traqueotomía para asistirlo en su función respiratoria.
Fue esta situación, la que movió a los médicos a aplicarle toxina botulínica, que la mayoría de la gente relaciona más bien a tratamientos estéticos, sin embargo, debido al efecto que tiene como relajante muscular y bloqueador de conductividad nerviosa, consigue mejorías sustantivas en casos como el de Nachito.
“En el 2011 fue cuando empezamos con toxina botulínica para el control de la espasticidad y se aplicó a las cuatro extremidades porque su tono tan alto de rigidez muscular dificultaba, tanto el movimiento del propio paciente como las acciones de aseo por el cuidador”, sostuvo.
Señaló que tras las primeras aplicaciones la mejoría aunque discreta, fue notoria, el paciente ya logró sentarse, lo que ayudó mucho para su alimentación por la vía oral, y también se consiguió un control de su tronco y la capacidad de sostener la cabeza.
En este punto interviene Elia, tía de Nachito quien se ha hecho cargo del cuidado del muchacho debido a su experiencia como enfermera “todavía le falta mucho pero la mejoría ha sido muy notoria, ya se puede sentar porque antes, como se consumió tanto, era como una tabla, ni siquiera tenía sentaderas”.
Uno de los datos de mejoría que más recuerda Elia, es un día en que llevó a su sobrino a una de las sesiones de terapia física “ví a la doctora y le dije a Nachito: mira, ella es tu doctora se llama Xóchitl y entonces Nachito le gritó: Xóchitl”.
Esto fue una gran sorpresa para la doctora “hasta le dijo: ya hablas Nachito y ya estás gordito, qué bueno”, recuerda la señora Elia aún con emoción reflejada en su voz.
A la fecha, Jorge Ignacio continúa recibiendo el tratamiento con toxina botulínica porque “cada inyección tiene una vigencia de entre cuatro y seis meses” y esto se ha traducido en la recuperación del movimiento de su lado izquierdo, así como la articulación de algunas palabras y una mejor comprensión y ubicación del tiempo y del espacio.
“Todavía le falta mucho, el lado izquierdo lo mueve bien, pero del derecho solamente la pierna porque su brazo está muy pesado”, señaló la señora Elia.
Reconoció que este tratamiento junto a la terapia física que recibe su sobrino ha conseguido avances si bien incipientes, muy significativos porque le facilitan su cuidado, y a él de alguna manera ser más cooperador e interactuar más.
La doctora Larios González, por su parte, destacó que “desde el diagnóstico que tenía su recuperación ha sido sorprendente porque no tenía ni siquiera la posibilidad de alimentarse por sí mismo, y ahora lo hace, vamos en 70 y 80% de mejoría”.