La feminización en la migración se incrementó en los últimos cinco años, aunque es un grupo más vulnerable al cruce ilegal de la frontera, indicó Juan Gabino González Becerril, especialista del Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población.
Las mujeres deben enfrentar una doble discriminación en el acceso al mercado laboral, la seguridad social y los programas de salud, aseguró.
“A menudo tienen que soportar largas jornadas laborales, además del incremento de las obligaciones financieras o familiares”, declaró.
El experto indicó que a esas presiones se suma la transferencia de fondos a familiares que se quedaron en el país de origen; y al cruzar la frontera son más propensas a sufrir privaciones, discriminación y abusos físicos, sexuales y verbales.
Asimismo, dijo es probable que durante su viaje al país de destino sean presas de redes de trata o explotación, en tanto que las presiones psicológicas y las divergencias entre culturas son causas de mayor marginación.
Por tanto, consideró necesario tener en cuenta la vulnerabilidad de las mujeres migrantes en las políticas encaminadas a alcanzar la igualdad entre los géneros, desde el acceso a los medios jurídicos en las naciones receptoras hasta medidas para combatir la trata de personas en los países de origen.
Afirmó que las mujeres que deciden migrar requieren apoyo, por dos causas: garantizar que una vez que hayan obtenido su independencia, logren conservarla con un buen empleo y contar con oportunidades de desarrollo educativo.
“No debería olvidarse que existe una voluntad muy fuerte de mantener intactas las funciones y responsabilidades asignadas a los hombres y mujeres en cualquier entorno sociocultural”, añadió.
Ello ocurre tanto en el país de origen como en el de destino, por lo que se hacen urgentes las medidas legislativas que ofrezcan mayor respaldo para el grupo femenino.
Y el segundo aspecto es que no debe percibirse que la posibilidad de regresar a su localidad de origen pueda conllevar el riesgo de perder la independencia económica y social recién adquirida.
Subrayó que la migración de las féminas provocó cambios en las familias, dado que cuando migra el hombre, la división sexual del trabajo al interior del hogar no sufre cambios en el rol de proveedor, pero en casos contrarios es necesario reorganizar las tareas de reproducción social.
Explicó que cuando ellas emigran, no eran jefas de familia y antes de su partida experimentan más beneficios en relación con la disminución de las desigualdades de género.
Toda vez que el hecho de convertirse en principales proveedoras de su hogar, las coloca en una posición más alta y de mayor autonomía.
La independencia económica les otorga una mayor capacidad de negociación en la toma de decisiones de sus familias y les genera más autoestima, expuso.