El garlito

Este cinco lunes de febrero, cuando el calendario cívico del país marca el aniversario 107 de la Constitución Política de

los Estados Unidos Mexicanos de 1917, heredera y continuidad de la aprobada en 1857, pasarán a la historia como el día en que un presidente, Andrés Manuel López Obrador, no sólo desdeñará la conmemoración de una efeméride importante para México allá en Querétaro, sino sobre todo como la fecha del lanzamiento de un nuevo intento por redefinir la estructura o marcos jurídicos de nuestro país con el propósito central de preservar y consolidar el poder a través de los años.

Esto, que será de hecho un esfuerzo tardío para un sexenio declinante, de reinstitucionalización nacional, será sin embargo en los hechos una nueva tratativa del titular del Poder Ejecutivo para hacerse de un escenario a la medida de sus intereses políticos-partidistas cuando se aproximan las elecciones federales y el caso de su poder, algo que sin duda en la vida de cualquier político y mucho más en la biografía de un hombre como López Obrador, absolutamente obsesionado por el poder, así él lo niegue persistentemente, resulta evidente a los ojos de cualquier persona que quiera verlo. Sólo de esa forma puede y debe explicarse su persistencia, tenaz e inclaudicable, de tantos y tantos años e incubada en su natal Tabasco, y que en los hechos renuncia todavía hoy a ceder, así también sostenga sin empacho alguno que él ya se va a Palenque.

Sabe el presidente que el ramillete de reformas, se habla de al menos quince, que presentará este lunes, topará con un valladar legislativo debido a que su partido, Morena y sus adláteres partidistas, carecen de la mayoría calificada en el Congreso federal para que prosperen. las iniciativas que hoy conocerá el país con detalle. Pero esto no importa.

Fiel a sus principios y prácticas, el presidente hará del previsible revés legislativo la fuente e inspiración para arrancar el combate político-electoral que requiere a fin de catapultar a su partido y por supuesto a sus huestes, abandonados y lacayos en pos de alcanzar en junio próxima la mayoría legislativa, una que vislumbra total, aplastante y absoluta, para delinear el nuevo escenario político que daría larga vida a él en primer lugar y enseguida a Morena, su inspiración y hechura. Cosas éstas una vez más que trasuntan ese apetito voraz por el poder y el interés supremo por conservarlo y acrecentarlo por muchos años, algo por lo demás que sigue avanzando sin que muchos mexicanos perciban o quieran darse cuenta de que el país puede estar a las puertas. de la restauración de un sistema político hegemónico y absolutista como fue durante décadas bajo las siglas del Partido Revolucionario Institucional, en cuyas filas se incubaron con el paso del tiempo y bajo el imperio absoluto del poder, las peores prácticas políticas que condujeron en alto grado a la peor degradación y pudrición de ese partido, del cual en los últimos años han desertado muchos para inscribirse con toda y su fetidez en el nuevo partido de Estado.

Como vimos ad náuseam ya en el pasado, Morena se perfila, si no es que ya lo es, en el partido que hará de México lo que hizo el PRI durante demasiado tiempo porque es cierto que como bien dijo Lord Acton: “El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, peor todavía en países donde como en México estamos lejos de la construcción de un genuino Estado de Derecho, y donde el poder supremo sostiene que la idea de que 'la ley es la ley' no pasa de ser más que un cuento.

Claro y muy desafortunadamente, muchos mexicanos asienten, por las razones, motivos o causas que se quieren, pero asienten, aceptan y aun conviven con la premisa de que la ley es un cuento. Nada más pernicioso pues que aceptar semejante garlito. Vive México sin duda días peligrosos. Esto en buena parte por la disputa por el poder, la obsesión número uno si no de todos los políticos, sí de una mayoría dispuesta a hacer lo que resulte para satisfacer sus egos, vanidades, pero sobre todo sus ambiciones. Los aspirantes a próceres, peores aquellos que resultan fallidos, nunca se conforman con poco. Además, y después de todo, México y sus peores problemas pueden esperar. Hay prioridades pues.

Roberto Cienfuegos J.

@RoCienfuegos1