Cuando entraba yo en contradicción en mis demandas, mi madre solía decirme: “Ahora ya no la quieres pelona, sino con trenzas”. Así están ustedes ahora,
diputados morenistas, en relación con el presupuesto solicitado por el Instituto Nacional Electoral para 2022.
Permítanme un poco de contexto para nuestros lectores.
Alegan ustedes que el INE es muy costoso, pero eso no es culpa del Instituto. Quienes han hecho las reglas cada vez más complicadas son ustedes y hacen bien, porque conocen la capacidad para hacer trampas tanto de los partidos, como de los candidatos para. Así es como pasamos de una credencial simple a la credencial con fotografía, CURP, 25 elementos de seguridad, tinta UV, código QR, etc. No obstante, el INE logró que reducir el costo de producción a la mitad.
De 2011 a 2015, el INE emitió 56 millones de credenciales, ya fueran nuevas, reposiciones o por cambios. Cualquiera de estos casos conlleva cambios en el padrón electoral y el listado nominal (Hernández Cid y López Escobar, 2015).
Otra responsabilidad endilgada al INE es el registro para partidos nuevos y agrupaciones políticas, lo cual supone revisar que los afiliados no se repitan- y los gastos partidistas anuales (proveedores reales, facturas, entregables, gastos de operación, etc.).
En período electoral las actividades se complican, pues va desde encontrar lugares para montar cientos de miles de casillas, capacitar a los funcionarios de casilla, imprimir y distribuís el material electoral (urnas, boletas, actas, listados de electores, etc.), verificar los sobres electorales, preparar los sistemas informáticos para el PREP y el conteo definitivo.
Todas estas funciones no se hacen solas; las desarrolla el servicio profesional de carrera y faltan muchas por enumerar.
En 2018 y pese a que hubo 15 estados con comicios concurrentes con el federal, se recortaron 870 millones de pesos al INE; como pudo sacó todo adelante.
Para 2022, el INE solicitó 24 mil 600 millones de pesos y olímpicamente ustedes quieren otro recorte para dejarlo en 19.7 mil millones, a pesar de que hay seis elecciones para gobernador, dos intermedias estatales y la consulta sobre revocación de mandato.
Para este último evento, el INE requiere instalar 161 mil casillas por todo el país, contratar temporalmente a 500 mil personas y 37 mil capacitadores, además de todas las funciones descritas anteriormente y muchas más que, por espacio, no puedo enumerar.
Si de ahorrar se trata, ¿por qué no propusieron un recorte a los siete mil millones anuales que el INE otorga a los partidos? Es más, en 2020 MORENA anunció que cedería mil 200 millones de pesos de sus prerrogativas para la compra de vacunas COVID19. Ni un peso regresó MORENA a las arcas públicas.
AMLO detesta al INE y más a Lorenzo Córdoba, presidente consejero. Y todo parece indicar que les está tendiendo una trampa. Sabe que, al no haber recursos, la organización podría fallar. Eso le dará pie para acusar al INE de parcialidad, falta de ética, conservadurismo, etc., etc.
López Obrador desea desaparecer al INE para volver a los viejos tiempos en los que el partido hegemónico controlaba las elecciones a su gusto e interés. Así tendría el escenario perfecto para controlar la sucesión 2024, más allá del voto ciudadano. La democracia no es algo que guste a don Andrés; y por encima de las preferencias ciudadanas coloca su proyecto político.
Si AMLO diera este paso, se va “armar la de Dios es Cristo”.
El INE es de la gente y nadie se lo podrá quitar.
Investigación: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.