“La tiranía no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios, sino sobre las faltas de los demócratas” : Albert Camus
Lic. Adán Augusto López.
Secretario de Gobernación.
En su espíritu rijoso de líder de masas, Andrés Manuel López Obrador gusta de iniciar batallas absurdas, sobre todo cuando los resultados de su gestión van mal. Las ganancias de tales batallas no siempre compensan los riesgos, como es el caso de la batalla contra el INE.
El origen aparente de la confrontación AMLO-INE es la consulta popular sobre la revocación de mandato, para la cual los diputados morenistas no dieron presupuesto al INE; es más, se lo recortaron…
Además de lo anterior, todo el contexto de la consulta es absurdo. El ejercicio democrático de revocación es para dar a los ciudadanos la oportunidad de remover del cargo a un presidente que haya perdido el respaldo social; no es el caso de AMLO… hasta ahora. Es un disparate que sea el propio presidente el promotor de la consulta, con la evidente intención de convertirla en un instrumento propagandístico al transformarla en una ratificación de mandato.
Inmediatamente después de que el Consejo General del INE votara a favor de la postergación de la consulta hasta no contar con los recursos, el diputado Sergio Gutiérrez Luna interpuso una denuncia por corrupción en contra de los consejeros, sin contar con pruebas; el legislador morenista simplemente quiso meterles un buen calambre y ganar puntos con su patrón.
El acuerdo del Consejo General del INE fue revertido por la Corte y el Tribunal Electoral, bajo el argumento de que no tenía facultades para tal decisión. Si bien es cierto que el INE está obligado por ley a realizar dicha consulta si se reúnen las firmas requeridas, también es cierto que nadie está obligado a lo imposible.
El presidente ha alegado mil veces que los consejeros deben reducir sus salarios y los de sus asesores a fin de que el INE reúna el dinero necesario. Tal parece que AMLO no sabe sumar. Suponiendo que estos funcionarios no cobraran durante un año, se juntaría algo así como el 10 por ciento, pues la consulta exige la misma logística e infraestructura que una elección presidencial. Rascando de aquí y allá, el INE juntó mil 300 millones de pesos, pero le faltan dos mil 500 millones.
Si Hacienda decidiera canalizar al Instituto el monto faltante, el problema solo se resolvería parcialmente, pues aun cuando el diputado Gutiérrez no ratificó su denuncia, las acusaciones por corrupción hacia un funcionario público se persiguen de oficio. Así que el desenlace está en manos de la Fiscalía General de la República y sabemos que por esos lares no se decide con la cabeza fría, ni con imparcialidad. Como sea, no me quiero imaginar la reacción de la sociedad si la FGR se atreve a procesar a los consejeros. Como diría el divo de Juárez: ¿pero qué necesidad..?
Tal vez el AMLO crea que puede destruir al INE para que los comicios vuelvan a ser organizados por el Poder Ejecutivo.
Tal vez crea que su palabra será suficiente para dar legitimidad y credibilidad a los resultados electorales. Serio error de cálculo. La pulsión lopezobradorista de anular cualquier organismo, dependencia y grupo social que muestre autonomía y/o no se alinee con su muy particular manera de ver el mundo, va a acabar por restar al presidente la autoridad moral de la que tanto presume.
Tal vez el voto duro morenista lo siga apoyando, pero dudo que el voto blando lo haga y, mucho menos, el resto de los electores. Nadie quiere un dictador en Palacio Nacional.
Todo tiene un límite, hasta los límites…
Investigación: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
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