Entre malas estrategias y peores desastres

LIC. MARIO DELGADO. PRESIDENTE DE MORENA:
"La democracia es doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás": Churcill

Tal como lo comenté en mi última entrega, salieron chispas de la reunión del presidente López Obrador con el senador John Kerry, Enviado Presidencial para el Clima, y 20 empresarios estadounidenses del sector energético.

Permítame traer a cuento un dato: Kerry y AMLO se reunieron el 9 de febrero; al final, el canciller Marcelo Ebrard anunció que “el acuerdo principal es formar un grupo de trabajo conjunto, que tiene que preparar este plan de acción, y estimo que va a ser el próximo mes.” Es decir, el gobierno mexicano sí había dado su anuencia para la conformación del grupo binacional en relación con la Ley de la Industria Eléctrica (LIE).

Algo no salió bien en la más reciente reunión (marzo 30). No hubo una declaración conjunta, ni nadie de Presidencia o la Cancillería que saliera a fijar la postura de México.

Lo que vimos fue a Kerry, saliendo de Palacio Nacional hacia donde estaban apostados los medios, a los cuales reiteró que habría tal grupo. En una larga entrevista al periódico Reforma, aseveró que sería encabezado por el Embajador Ken Salazar.

Hasta un día después, AMLO dio la posición oficial; demasiado tiempo…

El presidente dijo que él solo se quedó callado, lo cual no significó su anuencia sobre el grupo de trabajo. Y remató: “Hay una diferencia entre comunicarnos bien e imponer un grupo para vigilarnos, (…) eso no se le permite a nadie”.

¿Qué fue lo que llevó al presidente a invalidar el compromiso anunciado por Ebrard en febrero?

Podemos tejer una hipótesis: Kerry habría cometido un error estratégico al no delimitar que Ken Salazar lideraría sólo la parte estadounidense, dejando que se asentara el mensaje de que el embajador sería la cabeza de todo el grupo. Así, la propuesta sería totalmente inaceptable para cualquier gobierno mexicano. Las demandas estadounidenses anularían la iniciativa lopezobradorista en los puntos esenciales y obligaría a los diputados a postergar el dictamen y discusión de la ley. Es decir, todo el esfuerzo político-comunicacional de la 4T habría sido inútil y se confirmaría la idea de que EUA le jaló las orejas a AMLO.

Sabemos que al presidente le cuesta mucho trabajo negociar, pero nunca da un paso hacia atrás y, si se siente amenazado, dobla la apuesta.

López Obrador dedicó los siguientes días a dar mensajes tranquilizadores y poco convincentes. Aseguró que la relación y las inversiones de EUA es de suma importancia para México, pero con las posiciones manifestadas no tendrá ninguna credibilidad… de aquí hasta que termine su mandato y sobre cualquier tema.

El presidente reiteró que México cumplirá sus compromisos con las energías limpias: ello implica que, para 2024, 35 por ciento de la energía generada sea limpia, para lo cual se requiere invertir 10 mil millones de pesos y la CFE solo contempla dos mil 860. Si se mide en watts, México solamente cumpliría el 15 por ciento de su compromiso.

Hay otro montón de dudas, como lo expresó en su momento el despacho Deloitte: “Qué instancia regularía el mercado eléctrico mexicano; cuáles son las estrategias y mecanismos para que las empresas privadas generen, como máximo, 46% de la electricidad del país; qué criterios tendría que cumplir la CFE en la compra de energía eléctrica.”

Como he mencionado en este espacio en reiteradas ocasiones, de aprobarse la LIE no va a cargar el pintor, desde ya y por varias décadas.

¿Cómo evitar el desastre nacional al que con tanto esmero nos están llevando? Si no le hacen caso al poder estadounidense, ni al razonamiento técnico, menos a los ciudadanos.