PRESIDENTE ANDRÉS LÓPEZ OBRADOR:
"Cuando todo se mueve al mismo tiempo, en realidad nada se mueve": Blaise Pascal
Hace exactamente 50 años, el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez (LEA), aterrizaba en Washington, D.C., para una reunión con su homólogo Richard Nixon.
Le quiero compartir fragmentos de lo que escribí en mi entonces primera columna política, “Oficio: reportero”, publicada en El Heraldo de México, ahora que a muchos les ha dado por encontrar paralelismos entre usted y el recién fallecido presidente mexicano, pero también porque en la relación México-EUA siempre hay tensiones. Vuelvo atrás:
“Nixon ha asegurado, como política suya, para América Latina: ‘Hemos pedido a nuestros amigos latinoamericanos su iniciativa y dirección. Estamos animándolos a formar el marco político y económico en que pueda ser más efectiva nuestra propia contribución hacia las metas comunes’.”
Al paso del tiempo me resulta un poco forzada esa declaración de Nixon, siendo que sus intereses y preocupaciones estaban en el mundo bipolar y la guerra de Viet-Nam, como ahora para Joe Biden lo están en Ucrania y en el resurgimiento de Rusia como poder mundial.
Para Latinoamérica, en aquel tiempo, reconfigurar la relación con EUA era vital.
En la década de los 70s, el concepto de Tercer Mundo ya había cuajado entre las naciones menos desarrolladas, que consideraban insostenibles las condiciones comerciales de la venta de materias primas y la compra de productos manufacturados; condiciones desventajosas que solo perpetuaban el subdesarrollo.
Por ello, Echeverría se montó en la ola reivindicativa tercermundista para promover un sistema internacional más favorable, aprovechando cuanto foro internacional le sirviera para sumar países a la causa.
“Mañana, Echevarría llega a esta ciudad,” (Washington) escribí entonces. “Viene después de visitar Santiago de Chile, de encontrarse con el presidente de Perú y días atrás, con Hirohito, además de la ONU.”
LEA, quien también quiso transformar al país, tenía muy claro que una política exterior fuerte impactaría en la política interna, elemento que lo diferencia de usted.
Mire cómo se las gastaba don Luis…
En agosto de 1971, un año antes de la visita que comento, Nixon estableció 10 por ciento de sobretasa a las importaciones. LEA acudió a la Asamblea General de la ONU, donde solicitó a los países tercermundistas solidarizarse en una censura pública a EUA por tal medida proteccionista.
Posteriormente, en abril de 1972, acudió a la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en el Tercer Mundo (UNCTAD), celebrada ni más ni menos que en Santiago de Chile, donde gobernaba el socialista Salvador Allende.
Bajo el lema “Prosperidad para todos”, los países asistentes se sumaron a la corriente del multilateralismo, mediante el cual la fijación de los precios de las materias primas sería igual para todos, y no a través de acuerdos bilaterales. Asimismo, en la UNCTAD III se trabajó en un marco para las relaciones con las empresas trasnacionales.
También como parte de lo que se llamó “la diplomacia comercial”, Echeverría visitó Japón para abrir nuevos mercados y pactar la transferencia de tecnologías.
“No se trata de increpar (al presidente de EUA),” finalizaba mi cincuentenaria columna. “Por eso es importante el bagaje con que se presentará pasado mañana ante Nixon.” Y sí, llevaba un buen bagaje.
Luis Echeverría tuvo muchos lados oscuros en su gestión, pero la política exterior no fue uno de ellos. En esos años se sembró que EUA empezara a ver a México como un socio.
Le gustaba hablar mucho, igual que a usted, pero siempre fue respetuoso de las formas y reflexivo en sus acciones.
Con todo respeto, señor presidente, qué gran diferencia hay entre usted y Echeverría, porque usted, en política exterior, no veo ninguna.
Y como decía, con Luis: “Ahí se lo dejo como cosa suya, para su reflexión.”
Colaboró: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
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