“El gobierno que termina en menos de un año, lo podemos definir como ‘mediocre’ en el sentido etimológico
de la palabra,” concluyen los analistas de Consultores Internacionales, una firma con cinco décadas asesorando inversionistas.
“En lo positivo terminará sin crisis macroeconómica; en lo negativo, ooootro que se pierde en múltiples formas, como el aumento de los pobres moderados y los pobres extremos, como la deuda pública que se suele mantener en niveles manejables, aunque su costo crezca…
“No podemos negar que la crisis económica mundial derivada de la pandemia de COVID-19 que nos tomó desprevenidos a todos, será un parteaguas del sexenio actual, cuyas cifras oficiales confirman que el decremento del PIB en 8.7% es la mayor caída en 90 años de historia económica y con ello vale preguntar si pudo el gobierno amortiguar y reducir el golpe. Podemos afirmar que sí, pero en vez de apuntalar empresas y empleos con apoyos financieros y fiscales, prefirió continuar con el proyecto de sus obras insignia que, para variar, han resultado más caras de lo proyectado y han agotado los ahorros, los fondos y los fideicomisos con que se contaba a principios del sexenio, dejando las finanzas sin margen de acción alguna.”
Dentro de su análisis de datos duros y con la mayor objetividad, CI indica que ha habido prudencia de parte de la 4T en términos macroeconómicos; tal conducta ha prevalecido incluso en este penúltimo año. Sin embargo, alerta CI, el próximo año será difícil por ser electoral, por lo cual espera que se eleven “el déficit presupuestario, la deuda pública y el costo de ésta; mismo tema que será de preocupación para la siguiente administración.”
Por lo que hace al PIB, durante el sexenio 2018-2024 se estima que su tasa de crecimiento promedio anual (TCMA) es de un esmirriado 0.8 por ciento, cifra muy “inferior al promedio de los cuatro sexenios anteriores, al crecimiento potencial de la economía (el cual es ubicado entre 3.5 y 4.5%) y a la promesa de campaña que se estableció en 4.0% anual.
“El tema de la inflación es otra historia. La pandemia y factores externos, entre ellos la ruptura de las cadenas globales de suministro y la elevación de costos logísticos, llevaron a una suerte de ‘pandemia inflacionaria’ de la que el país no se pudo escapar. Así, el crecimiento de los precios se aceleró llegando a registrar inflaciones promedio de 7.4 y 7.8 % en 2021 y 2022 y una inflación subyacente incluso más elevada, impulsada por los precios de los alimentos.” Mis lectores recodarán el caso del limón, por ejemplo, que llego a niveles altísimos.
“En respuesta, se impuso como medida la elevación de la tasa de política monetaria, siguiendo los pasos de la FED. Sin duda el resultado ha sido positivo, ya que se ha logrado moderar el crecimiento de los precios, pero a un costo que puede ser elevado en términos de un ritmo descendente en el crecimiento, un tipo de cambio sobrevaluado y distorsiones en los mercados financieros.
“Previo a la pandemia ya se registraba un magro comportamiento de la economía, derivado de la incertidumbre generada por un gobierno que se asumía como de izquierda y que inhibió la inversión nacional. De igual forma, se ha manifestado en una mayor incursión del gobierno en la actividad económica que se ha materializado en lo que llamamos una ‘economía militarizada’. Ésta difícilmente será revertida en el corto plazo.
“Inicia la cuenta regresiva.
“Las expectativas para el último año de gobierno no son alentadoras en el sentido de que no se advierte la intención de corregir las desviaciones; y el entorno exterior no augura una mejoría clara. El soporte del crecimiento que se llegue a presentar será el mayor gasto social que se prepara, el creciente aumento en las remesas y el aprovechamiento en principio exitoso del fenómeno de la relocalización. Habrá que dar un seguimiento al entorno político que será el protagonista no sólo de las charlas de café, sino también de los análisis más técnicos.”
La lectura del reporte de CI me deja un mal sabor de boca, estimadas pre-candidatas, e imagino que a ustedes también, porque la que llegue a la Presidencia recibirá un país en precarias condiciones y con muchas urgencias a resolver.
Seguramente sus equipos de campaña tienen más que claro qué hacer, el problema es cómo. CI apunta con precisión la necesidad de retomar un ritmo de crecimiento más alto y acelerado, pero sobre todo más distributivo. Elaborar un plan sólido, congruente y viable para lograrlo es casi digno de un premio Nobel de Economía. Y luego llevarlo a cabo requiere de un enorme e inteligente esfuerzo de concertación con los actores políticos, sociales y económicos, tarea ardua en un país polarizado gracias al inquilino de Palacio Nacional.
Espero con ansias la llegada de noviembre para conocer sus propuestas.