C. MIGUEL ÁNGEL MACIEL, SECRETARIO DE ENERGÍA:
"No hay que meter dinero bueno al malo": Refrán popular
Según su reporte del día de ayer, PEMEX obtuvo 110 mil millones de ganancias consolidadas para 2023. Podríamos echar las campanas al vuelo, incluidas las de Catedral, si no fuera porque también recibió una inyección de 166 mil millones de parte del gobierno.
Según hacemos las cuentas en mi pueblo, si a la mencionada ganancia restamos el apoyo gubernamental, la paraestatal presentó una pérdida de 56 mil millones de pesos tan solo el año pasado. Claro, eso es como contamos los dineros en mi pueblo y, en una de esas, yo estoy equivocado.
Tengo la impresión que lo mismo pasa con la producción, pero por favor corríjame, señor secretario. El procesamiento de crudo llegó el mes pasado a 954 mil barriles diarios, 60 por ciento más que en 2018 y lo mismo puede decirse de la producción de gasolinas (+64 por ciento) y de diésel (+41 por ciento).
Incluso, la utilización de la capacidad instalada en las seis refinerías ha llegado a 58 por ciento (+22 por ciento). Debo suponer que se les ha dado el mantenimiento requerido, o por lo menos, en parte.
Bien por PEMEX. ¿Bien? Creo que no.
Todavía hay muchas razones para que PEMEX siga siendo una enooorme preocupación para la salud financiera y energética del país. De entrada, los resultados están por debajo de las metas planteadas para la paraestatal, incluso después de haber sido ajustadas a la baja.
También es inquietante el aumento de la producción de combustóleo (+20 por ciento), energético sumamente contaminante y cada vez más difícil de desplazar en el mercado. Siempre queda el recurso de que la CFE utilice el combustóleo en sus plantas generadoras, sin embargo ello contraviene los acuerdos internacionales firmados por México para combatir el cambio climático.
Y tales resultados se obtienen a pesar de que el actual gobierno le ha inyectado 862 mil millones de pesos, además de la condonación de la entrega de impuestos derivados de los Derechos de Utilidad Compartida, con lo cual rebasa el millón de millones de pesos. Para que los lectores que nos acompañan se den una idea, tan solo el año de 2023, esos apoyos fiscales equivalieron al presupuesto anual de las Secretarías de Salud y de la de Seguridad (El Economista, 18/02/2024).
Otro asunto inquietante es la deuda de PEMEX.
Uno se pregunta cuál es el objeto de invertir tantísimos recursos en una empresa que solo genera pérdidas. Parece que los únicos favorecidos son los trabajadores, quienes gozan de muchas prebendas; esos sí que son una casta laboral divina.
Volvamos a la deuda. Año con año disminuyen los activos líquidos de PEMEX para enfrentar sus obligaciones, al punto en que actualmente solo dispone de 90 centavos para pagar cada peso de sus compromisos a corto plazo. En síntesis: está mega sobrendeudado.
Con estas cifras, todas oficiales y difundidas en medios nacionales, la calificadora Moody’s degradó la deuda de PEMEX; entre su calificación actual y la de bono basura solo hay un escalón, lo cual molestó mucho al ingeniero Octavio Romero Oropeza, director general de la petrolera.
“Moody’s debería entender que las cosas han cambiado,” expresó Oropeza. “Ya no son los tiempos en los que una calificadora –acorde a sus intereses- bajaba la calificación crediticia para poner en jaque a Pemex.” Caray, don Miguel Ángel, ¿pues en qué planeta vive don Octavio?
A Moody’s lo único que le interesa es proporcionar información sólida a los inversionistas para que sepan cuál es el riesgo de comprar bonos de PEMEX, lo mismo que de cualquier otra empresa. Los razonamientos ideológicos de la 4T para conducir a la petrolera, a Moody’s le valen gorro.
Porque ese es el problema, señor secretario. Conducir una empresa con base en preceptos estatistas y no productivos; no estamos hablando de hospitales, sino de la producción y venta de bienes energéticos. Eso no es neoliberal, es sentido común, pero en su anquilosado concepto de soberanía, el inquilino de Palacio Nacional echó para atrás la Reforma Energética peñista.
La administración pasada abrió PEMEX a inversionistas privados y que pusieran su buen dinero bajo su propio riesgo, pero dejando al Estado la conducción de la política energética. Con otra, las eventuales ganancias, sí se compartirían. PEMEX ya estaba muy mal y la apuesta fue que sobreviviera, sin arriesgar los dineros de los mexicanos. Pero no; don Andrés decició inyectarle las cantidades estratosféricas de dinero aquí citadas y cancelar las rondas energéticas.
Cada peso inyectado o condonado a PEMEX, es un peso menos para educación, salud, seguridad, infraestructura, medio ambiente, etc., etc.
Le sugiero, don Miguel Ángel, que haga un bonito discurso y diga a la población que cuando no tenga medicamentos, se cure con soberanía; cuando los asalten, se consuelen con soberanía; cuando los caminos sean intransitables, piensen en soberanía; cuando les falte el agua, se bañen con soberanía…
¡Faltaba más!
Colaboró: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
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