Para darnos idea de la importancia que el tema migratorio tiene para el próximo presidente de EUA, Donald Trump, una
de sus primeras designaciones ha sido la de Thomas Homan
LIC. ROSA ICELA RODRÍGUEZ, SECRETARIA DE GOBERNACIÓN:
"Xenofobia: fobia a lo extranjero": Diccionario de la RAE
Para darnos idea de la importancia que el tema migratorio tiene para el próximo presidente de EUA, Donald Trump, una de sus primeras designaciones ha sido la de Thomas Homan como Zar de la Frontera. Bajo su tutela, pero no dirección, estará el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
Este personaje conoce más que bien el ámbito migratorio, pues inició su carrera en la patrulla fronteriza después de graduarse como abogado penalista. Fue ascendiendo en el escalafón hasta llegar a ser funcionario del ICE, cuando esta agencia era más un instrumento de seguridad nacional que otra cosa.
Con la llegada de Barak Obama a la Presidencia en 2009, la política antiinmigrante tomó otros visos y la agencia amplió sus funciones para realizar deportaciones de ilegales que hubieran cometido algún delito; así llegó a expulsar de EUA a medio millón de personas. Don Thomas hizo tan bien su trabajo que fue galardonado en 2015 con la medalla presidencial por sus servicios, el más importante de la administración pública estadounidense.
Homan estaba a punto de retirarse cuando fue requerido por Donald Trump para hacerse cargo de ICE, en 2018, pero ahora con una política francamente xenófoba. El inicio de su gestión dio paso a redadas en lugares de trabajo, seguidas de deportaciones sumarias, incluso de personas amparadas por estar en espera de su audiencia con el juez o haber ingresado con el status de refugiados.
Así las cosas, bajo la dirección de don Thomas el número de deportaciones, ya de por sí alto, aumentó 40%. A decir de los propios agentes migratorios, “les quitaron los grilletes” para la expulsión indiscriminada, pues en EUA no hay ninguna ley que detenga un proceso de deportación, pese a que la residencia indocumentada cae en la categoría de falta civil, no un delito.
A partir de entonces, en vez de solo ocuparse de ilegales con algún antecedente delincuencial, ICE aplicó la política de cero tolerancia a cualquier inmigrante. Se dieron miles de casos de personas que fueron detenidas por faltas de tránsito y que, al no contar con identificaciones que dieran por legal su estadía, de inmediato eran expulsados. Ahí inició el calvario de muchas personas que llevaban décadas residiendo en EUA o familias que se vieron destrozadas, lo mismo que casos de niños separados de sus padres y confinados en condiciones inhumnas.
Las organizaciones de derechos civiles comenzaron a dar la voz de alarma y diversos medios de importancia cuestionaron las acciones de ICE. “Si quieren cambiar la ley, pregúntenle al Congreso. Yo no hago las leyes. Sólo las hago cumplir”, declaró a The Washington Post. Desde la perspectiva de Homan, quienes han logrado residir por décadas en EUA sin contar con documentos, simplemente es porque “han burlado el sistema” (The HuffPost, 13/04/2018).
Lo cierto es que, aprovechando huecos legales, ICE deportó a miles de indocumentados sin respetar el debido proceso, el cual incluye el derecho a presentarse ante un juez, particularmente para aquellos que gozaban del estatus de asilado, como era frecuente en el caso de salvadoreños que huían de la violencia.
La desgracia de los migrantes no terminaba con la expulsión. Tanto por las organizaciones de derechos como por los medios, trascendió que los expulsados sufrían todo tipo de agresiones, ya fuera en la frontera o en sus países de origen. En 2018, la revista The New Yorker publicó un estudio académico que daba cuenta de por lo menos 60 casos de deportados cuyo destino fue la muerte a manos del crimen organizado que opera en las rutas o, por ejemplo, de la Mara Salvatrucha en su país de origen.