Messi demostró una vez más que es clave para Barcelona, pero que él solo no gana los partidos, por lo que necesita de sus compañeros, que en el medio campo, la defensa y también algunos delanteros no están en su mejor nivel últimamente.
Los catalanes caen por 3 a 0 ante los alemanes, en la vuelta de la semifinal. Los goles fueron anotados por Robben, Piqué y Muller. Messi fue preservado por el entrenador y su lugar es ocupado por Cesc Fábregas.
El Bayern de Múnich disputará la final de la Liga de Campeones del próximo 25 de mayo en el estadio de Wembley frente al Borussia de Dortmund. El equipo bávaro, que goleó (4-0) en el duelo de ida disputado en Múnich, rubricó otro marcador rotundo en el Camp Nou (0-3) gracias a las dianas de Robben, Piqué –en propia meta– y Müller. Habrá, por tanto, final alemana en el coliseo londinense. Messi, lesionado, vio el partido desde el banquillo.
El primer acto transcurrió de forma plácida para los de Heynckes, bien parapetados en su retaguardia e incisivos cuando el balón cobraba velocidad y cruzaba la línea del centro del campo. Especialmente inspirados se mostraban sus alas, Ribéry y Robben, que midieron una y otra vez a los zagueros del Barça. Muy exigidos, fue especialmente Piqué quien abortó las ocasiones más claras del Bayern. Hasta en tres ocasiones tuvo que recurrir el central al tackle. Como un expreso, salió primero a los pies de Robben y poco después a los de Lahm, preparado para engatillar a Valdés tras un balón filtrado por el holandés y dejado con la espuela por Schweinsteiger. Tuvo que intervenir por tercera vez consecutiva cuando el gigantón Mandzukic se plantaba completamente solo delante de Valdés. Al corte, le rebañó la pelota.