Con motivo de la Copa del Mundo Brasil 1950, en año y medio y con trabajos a doble jornada se logró edificar el estadio Maracaná, considerado en esa época el más grande del mundo por sus dimensiones y porque estaba diseñado para un festejo que nunca llegó.
Su nombre es porque en el lugar donde se construyó habita un ave llamada maracaná, aunque fue “bautizado” Estadio Mario Filho en 1964 en honor a un periodista reconocido en el deporte, pero la gente lo conoce más por el primero y el resto del mundo por aquella final entre Brasil y Uruguay.
El inmueble de Río de Janeiro fue el marco para la apertura de la justa del orbe y, desde luego, el cierre de la competición que dejó marcado a todo Brasil por la derrota ante Uruguay cuando todo el país esperaba fiesta.
Aunque los brasileños consideran el estadio como el mejor del mundo, en la actualidad ya no lo es, pues hay muchos con mejor tecnología y capacidad, pues ahora el Maracaná solo puede recibir 78 mil personas de las casi 200 mil que congregaba en 1950.
Para su construcción trabajaron mil 500 obreros a doble jornada; se emplearon medio millón de sacos de cemento, varillas y arena para terminar el inmueble, el cual fue inaugurado por México y Brasil en el mundial, con goleada 4-0 para los locales el 24 de junio.
El 16 de julio de 1950 es la fecha recordada por todos los amazónicos, aunque quisieran borrarla de su mente, pues fue el día que Uruguay se impuso 2-1 para lograr el “Maracanazo” y consagrarse monarca del mundo.
También en ese césped, el cual fue remodelado para la Copa del Mundo del 2014, vio pasar a glorias como Pelé, Zico, Garrincha, además de que también ha sido utilizado para grandes conciertos musicales.