La delegación mexicana obtuvo sus primeras preseas y las mujeres incursionaron en el olimpismo
Cada cuatro años, los Juegos Olímpicos se convierten en el momento cumbre del deporte a nivel internacional.
Edición tras edición, los atletas de diversas naciones miden sus fuerzas en pos de la gloria para regresar a casa con una medalla al cuello a manera de honrar a su país.
Aunque los deportistas mexicanos debutaron en la máxima justa en París 1900, no fue sino hasta la edición de 1924, celebrada en la misma capital francesa, que nuestro país tuvo su primera participación oficial, una vez que en 1923 quedara constituido el Comité Olímpico Mexicano y fuera reconocido ese mismo año por el Comité Olímpico Internacional.
En aquella justa olímpica, la delegación mexicana se conformó por 14 hombres, que participaron en las disciplinas de atletismo y tiro. En aquellos años, las mujeres apenas se hacían presentes en el magno evento, pues de los tres mil 89 competidores totales, sólo 135 fueron del género femenino.
Cuatro años más tarde, la ciudad de Ámsterdam, Holanda, abrió sus puertas a 46 países; cita a la que México asistió con una representación de 35 elementos, haciendo sus primeras apariciones en otras disciplinas como lo fueron boxeo, esgrima, futbol y clavados.
La edición de Los Ángeles 1932 significó el regreso de la justa olímpica a Estados Unidos, tras la tercera edición celebrada en la ciudad de San Luis en 1904, y al continente americano, tras permanecer 28 años en Europa.
La Gran Depresión (crisis financiera mundial) orilló a la sede a disminuir el número de países, atletas y deportes, haciendo un discreto total de 37 naciones y mil 332 deportistas, y siendo el futbol una de las competencias que se tuvo que suspender.
No obstante, esta cita olímpica para México significó la incursión de la mujer con María Uribe y Eugenia Escudero, pioneras en lanzamiento de jabalina y esgrima, respectivamente; además, la nación registró sus primeras medallas de la mano del boxeador Francisco Cabañas y el tirador Gustavo Huet, ambos se adjudicaron la plata.
En 1932 se utilizó por primera vez el cronometraje automático en los eventos de pista del atletismo. Asimismo, se implementó el podio de tres niveles para las ceremonias de premiación y el izado de la bandera nacional del ganador de cada prueba.
Para Berlín 1936, y conforme pasaban los años, el número de atletas totales creció y, a su vez, poco a poco se hacía en mayor cantidad la presencia de las mujeres. La capital alemana albergó a tres mil 963 participantes, de los cuales 331 eran del sexo femenino.
Después de casi 30 años, el país anfitrión volvió a ser el líder del medallero con un total de 89 metales, un logro que no acontecía desde Londres 1908, cuando el Reino Unido arrasó con 146 preseas en casa, posteriormente en ese largo lapso fue Estados Unidos quien encabezó los registros.
Asimismo, en esa edición fue la primera donde hubo el encendido del fuego olímpico. Fritz Schilgen pasó a la historia al ser el encargado de encender el primer pebetero con antorcha ante 100 mil espectadores en el Estadio Olímpico de Berlín, inauguración comandada por Adolf Hitler.
Por su parte, la delegación mexicana regresó a casa con tres preseas de bronce obtenidas por el boxeador Fidel Ortiz, el equipo varonil de polo y basquetbol, éste último vio su debut como deporte olímpico en ese año, siendo la única medalla que México ha ganado en esa disciplina en la historia de los Juegos.
En los años 1940 y 1944, las citas olímpicas sufrieron una definitiva suspensión debido a la Segunda Guerra Mundial que comprendió los años de 1939 a 1945. La primera, tendría su sede en Tokio; sin embargo, la capital nipona renunció a la justa debido a la complicada situación y el COI trasladó el evento a Helsinki, pero la invasión a Finlandia provocó su cancelación definitiva. Los episodios bélicos alcanzaron a lo que hubiera sido Londres 1944; no obstante, para 1948 llegó la calma y el organismo ratificó a la ciudad inglesa como sede.