Nueva York, EE.UU. 15 de febrero 2021, - El mundo de Wall Street y las inversiones ha tenido siempre aristas singulares en su búsqueda de valores más redituables o dinámicos. Y también ha estado sujeta a transformaciones o distorsiones, a luchas por lograr la máxima rentabilidad, incluso si eso puede conducir a derrumbes mayúsculos.
En ese contexto, un fenómeno que ha llamado recientemente la atención es la tremenda alza del valor de ciertos artículos de memorabilia deportiva, objetos vinculados a estrellas del deporte, que se han convertido en foco del interés de muchos inversionistas.
Y en ese singular mercado, el caso de las tarjetas deportivas conmemorativas es singular. Cada temporada, y ha sido así desde hace muchas décadas, se publican tarjetas con el perfil de los jugadores de equipos de béisbol, básquetbol, futbol americano y otros deportes. Muchas, sobre todo las más antiguas, raras o asociadas a superestrellas, logran acumular gran valor económico.
Pero ello se ha catalizado en tiempos recientes. Por ejemplo, de acuerdo la cadena CNN, una tarjeta en perfecta condición que muestra a Michael Jordan en su año de novato se vendió en 738,000 dólares en una subasta realizada a principios de febrero de 2020. Apenas unas semanas antes, esa misma tarjeta había sido vendida en 215,000 dólares.
¿Por qué un salto de más de medio millón de dólares?
"Nunca había habido un tiempo como este en la historia de este negocio… Apostaría a que por cada persona que quería una tarjeta de novato de Michael Jordan en 2019 hay 100 [hoy]", dijo Ken Goldin, experto en el mercado de esas tarjetas deportivas, a CNN.
Lo que era un costoso hobby, o una forma de coleccionismo que, ciertamente, podía implicar enormes sumas, se ha transformado recientemente en un mercado para inversionistas mayores. Quienes buscan sacar la mayor rentabilidad o seguridad para su dinero buscan o bien aquellos elementos que pueden incrementar su valor o, en paralelo, los que son menos susceptibles de devaluarse rápidamente.
Así, muchos han puesto sus ojos en las tarjetas deportivas, que en meses recientes han visto un alza de su valor enorme. Muchos se han beneficiado gracias a fuertes ganancias pero otros temen que todo el asunto estalle como una burbuja y deje a muchos con graves pérdidas, como ha sucedido con frenesíes especulativos en el pasado.
En enero, una rara tarjeta de Mickey Mantle se vendió en la cifra récord de 5.2 millones de dólares, la mayor cantidad pagada en la historia por una tarjeta deportiva.
La fuerte demanda por tarjetas selectas, y el hecho de que estas existen en cantidades limitadas, ha hecho subir su precio. Eso es normal entre los vendedores y compradores usuales, pero de acuerdo a CNN las recientes alzas del valor de ejemplares destacados de esa memorabilia ha llamado la atención de un nuevo tipo de comprador.
No son ya los coleccionistas apasionados o empedernidos sino inversionistas profesionales a los que, quizá, no les importa mucho la tarjeta en sí ni pretenden con ella coronar una colección. Lo que esos inversionistas ven en esa memorabilia son objetos que les permitan obtener ganancias mayores y más rápidas que las que ofrecen otras formas de inversión.
"Se han creado fondos. Estas atrayendo a inversionistas que reúnen 5, 10, 15 millones de dólares", dijo Jesse Craig, director de una de las casas de venta de tarjetas conmemorativas. Para muchos inversionistas, comprar esas tarjetas les es más atractivo que invertir en instrumentos tradicionales que dan pocas ganancias dadas las presentes bajas tasas de interés.
Ese enorme influjo de recursos ha transformado el mercado de esas tarjetas deportivas, cuyo valor está por las nubes. Un indicador de ello una compañía especializada en certificar la autenticidad y la condición de esas tarjetas fue adquirida por dos magnates en 853 millones de dólares en enero pasado.
Las falsificaciones, cabe señalar, también están al alza: ante el alto valor de raras tarjetas, los intentos de fraude también están candentes.
Además de los grandes inversionistas, el mercado se ha sofisticado en otra dirección: se ha introducido la venta de fracciones, lo que permite a inversionistas pequeños, que no tienen el dinero para pagar las muy altas sumas que se piden por tarjetas muy cotizadas, ser dueños de una fracción de ellas.
Es algo similar a las fracciones de acciones que se venden en el mercado de valores: por ejemplo, una tarjeta muy valiosa, que valga por ejemplo 100,000 dólares, puede ser vendida a decenas o cientos de pequeños inversionistas, que pagan cada uno una parte de esa suma y son dueños de un porcentaje de ese valor.