México, 20 de diciembre 2023--Hoy, más que nunca, América es todo lo que los demás quisieran ser.
Por el título, por las formas, por el ejemplo que han puesto. Se dice que en el futbol mexicano todos pueden ganar. O que cualquiera le puede ganar a cualquier. Es verdad que el sistema premia, en muchas ocasiones y de diversas formas, la mediocridad. Pero no fue el caso en este torneo. Las Águilas ganaron de manera absoluta. Fueron líderes del torneo regular y en la Liguilla no tuvieron rival en ninguna ronda.
Su título, como es natural, generó mucha incomodidad en todo el entorno del futbol mexicano. Siempre es así: a prácticamente nadie le gusta ver triunfar al América. Pero bien harían muchos equipos en seguir el ejemplo americanista para recomponer sus caminos y aspirar a alguna versión del éxito. Podría empezarse por Chivas. Ni siquiera habría que ir a cuestiones tan profundas. El festejo del América, con caguamas, deja claro que la fiesta no está peleada con el éxito futbolístico. Pero a los jugadores de Chivas más bien les gusta festejar sin ganar nada. Por eso tantas indisciplinas que no se saldan con ninguna alegría dentro del campo.
Ya ni hablar de las exigencias que se imponen uno y otro. Para América sólo vale ser campeón, y sí, esa visión del éxito les cuesta muy caro cuando no lo alcanzan. Básicamente, cada torneo en el que no son campeones es un fracaso. Pero fracasar tantas veces, paradójicamente, los acerca al éxito. Ese es el principio y el fin. No es descabellado pensar que en la mente del americanismo la catorce ya es historia, porque ya están pensando en la quince. En Chivas, se ha visto tantas veces, es suficiente hacer un torneo digno para salvar el semestre. A veces, justamente, basta con ganarle el clásico al América para iluminar el sendero.
A Monterrey también le convendría prestar atención al América. Les hicieron un favor al ganarle a Tigres, su rival, y evitar que la diferencia de títulos se agrande más. Pero, en general, la frustración de Rayados es la misma campaña tras campaña: gastar mucho dinero a cambio de temporadas grises, en las que ni siquiera han estado cerca de pelear por el campeonato. Lo tienen todo, pero no lo aprovechan. América ha demostrado que tener un plantel vasto, con titulares y suplentes de buen nivel, es mucho mejor que fichar grandes estrellas que no van a marcar diferencia real (Canales y Corona, las estrellas rayadas, se lesionaron, pero nadie en el equipo mostró categoría estelar ante esas ausencias).
Hay que aprender a gastar el mucho dinero que se tiene. No basta tenerlo y ya. Y aprender a honrar la grandeza. Eso le faltó a Tigres el domingo en el Azteca. Tienen los éxitos, han hecho su historia y perfectamente califican ya como equipo grande. Pero les falta ese poderío, esa capacidad de sobreponerse a momentos adversos con continuidad, para entrar por completo al club. También les falta tener un estilo de juego que concuerde con su presupuesto y con sus trofeos. No toda la vida podrán apostar a una genialidad de Gignac y defender bien.
América es el camino que deberían seguir los equipos que aspiren al protagonismo y, después, al éxito. Por más que generen odio, como a ellos les gusta, es indudable que su modelo deportivo y su identidad están tan definidas que, sin que arranque el torneo siguiente, ya son favoritos a ganar de nuevo. Los demás pueden pasar tiempo envidiándolos o, en cambio, verlos como ejemplo de cómo se construye el éxito en el futbol mexicano.