España, 11 de octubre 2024 ::: Rafa Nadal, uno de los tenistas más relevantes del mundo, ha anunciado, con 38 años,
que se retirará de la competición profesional tras su próxima participación en la Copa Davis. Una carrera de éxitos marcada también por las lesiones y la fortaleza mental para superarse.
A lo largo de más de dos décadas, Rafa Nadal, ganador de 22 Grand Slam, ha sufrido todo tipo de lesiones físicas de las que ha logrado salir airoso y alargar su éxito. Hasta que las dolencias han sido cada vez más frecuentes, el tiempo de recuperación más largo y la puesta a punto, por la edad, más complicada.
La sufrida en el psoas ilíaco de la pierna izquierda en el Abierto de Australia 2023 fue casi definitiva. Pudo regresar a la competición pero ya nada fue lo mismo. Había estado un año prácticamente alejado del circuito.
“Creo que si Rafael no hubiera tenido tantas lesiones, probablemente sería el mejor tenista de la historia. Pero sufrió esas lesiones y no hay nada más que decir”, dijo en 2019 el que fuera su entrenador, además de tío, Toni Nadal.
Pero si algo destaca en el tenista mallorquín es su capacidad mental para resurgir.
::: Müller-Weiss, el rival más duro de Rafa Nadal
El balear ha sufrido lesiones en el hombro, tendinitis en ambas rodillas, dolencia en la espalda, lesiones abdominales, en el psoas izquierdo, en las costillas, en la cadera, en las muñecas…. Hasta veinticuatro lesiones desde el 2002 y ha sido baja en diecisiete Grand Slam.
Pero hay una dolencia que ha marcado al jugador.
Una enfermedad poco frecuente y de nombre extraño hizo que el escafoides del pie de Rafa Nadal se deteriorara hasta romperse. Una lesión que, a pesar del dolor que produce, no impidió que el tenista consiguiera ganar el Open de Australia en 2022.
Se trata de la enfermedad de Müller-Weiss, que comenzó a darle problemas serios en 2005, el día después de haber ganado el Open de Madrid.
“Me levanté cojo. Yo tenía una pequeña enfermedad del escafoides, que era más fino por un lado, y se partió. Pasé unos meses complicados, fuimos a diferentes médicos y algunos me dijeron que no creían que pudiera volver a jugar a una intensidad alta”, confesó Nadal en 2020 al cantante y presentador Bertín Osborne en el programa “Mi casa es la tuya”.
“Fui a Madrid a ver al doctor Maceiras, que estaba estudiando la enfermedad de Müller-Weiss, que es la que yo tenía en el pie. En dos horas de reunión, me hizo una tesis sobre ella y me dejó por los suelos, pero después me dio la solución”, relató.
“Desde aquella época, juego con una plantilla que me desvía el punto de apoyo del pie. Pero con la plantilla mi pie no cabía en el zapato.”
“Tuve que coger un avión directo a Portland, a la sede mundial de Nike, donde me hicieron todo el estudio del pie para hacerme zapatos a medida, de modo que el pie pudiera entrar con la plantilla. Gracias a esa plantilla pude seguir jugando a tenis, pero creo que debido a ella el cuerpo sufrió. Rodillas, caderas, espalda…”, relataba el tenista en el mismo programa de televisión.
“La enfermedad de Müller-Weiss es degenerativa y es una displasia del escafoides tarsiano, una deformidad de uno de los huesos situados en el medio pie y que es esencial para la movilidad del mismo”, explicó entonces Pilar Nieto, presidenta del Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana.
“Además, por sus síntomas, su forma de aparecer, la artrosis que suele cursar y que sólo es perceptible a través de radiología, suele ser difícil de diagnosticar hasta que está avanzada”, añade la experta.
::: Escafoides, un hueso clave en el pie
La podóloga señala que una de las particularidades de esta enfermedad es que se origina en la infancia, pero no suele dar síntomas hasta la edad adulta.
“El escafoides es un hueso esencial en la biomecánica del pie y es el último que se osifica en nuestro desarrollo, lo que podemos decir que lo hace más vulnerable”, apunta.
“Forma parte del arco plantar. Además, se encuentra formando articulación con el hueso principal del tobillo, el astrágalo”, define el doctor Antonio Ríos Luna, especialista en traumatología y cirugía ortopédica.
“Por la parte externa, articula con otro hueso pequeño, pero no menos importante, el cuboides. Todo ese engranaje de los huesos del tobillo con esos pequeños huesos del pie es el responsable de que podamos caminar de forma bípeda y de que podamos realizar movimientos de pie y tobillo”, describe el cirujano.
El traumatólogo indica que en el hueso escafoides también se inserta el tendón tibial posterior, que se encarga de dar sujeción al arco plantar.
“Actúa como lo haría un puntal sobre una pared evitando que ésta se hunda. De hecho, si ese tendón fracasa, el arco plantar cae y se produce un pie plano, sin arco prácticamente”, expone.
El doctor Ríos comenta que, a medida que un deportista entrena, su cuerpo trata de reforzar la zona que soporta mayores cargas y tensiones llevando más cantidad de calcio con el objetivo de que ese hueso sea más resistente.
Esto suele ocurrir en huesos de articulaciones de carga como los tobillos, los pies, las rodillas o las caderas.
“El escafoides es un hueso clave en el pie. Si la forma de dicho hueso no es la adecuada porque existe una malformación, como en el caso de Rafa Nadal, ese hueso se deforma y comienza a romperse. Puede empezar con una pequeña grieta, la tan frecuente fisura, que con el reposo y el tratamiento adecuado consolida correctamente y no va a más”, precisa.
“Pero si no es diagnosticada o es infravalorada, puede dar lugar a una fractura con todas sus consecuencias. El hueso, a pesar de intentar reforzarse con calcio extra, no es capaz de aguantar las sobrecargas repetidas un día tras otro y, al final, un pequeño traumatismo lo fractura”.
“Es lo mismo que cuando doblamos un alambre de forma repetida e insistente. Al principio se calienta y, si somos pacientes, seremos capaces de romperlo por muy resistente que sea”, expresa.
En este sentido, el traumatólogo aclara que el paciente nota dolor de aparición progresiva relacionado con el esfuerzo y que cede cuando descansa. Pero si progresa el cuadro, el dolor es continuo.
Rafa Nadal ha dicho que ya no recuerda lo que es jugar sin dolor. Pero ni siquiera eso ha sido capaz de frenar su fulgurante carrera deportiva, que ya cuenta con 22 Grand Slams.
Sin embargo, hay pocas cosas imposibles para un deportista que lleva más de 17 años compitiendo al máximo nivel con un hueso del pie dañado