Madrid. El español Rafael Nadal conquistó por cuarta vez el torneo de tenis de Madrid en una final que tuvo prácticamente perdida y que sacó adelante gracias a los problemas físicos de su rival, el japonés Kei Nishikori, derrotado por 2-6, 6-4, 3-0 y abandono. Duodécimo del ranking mundial, Nishikori dispuso de ventaja de 6-2 y 4-2. Durante una hora, el japonés borró de la cancha a un jugador
que no sólo es el número uno del mundo, sino el mejor jugador de todos los tiempos sobre arcilla. "Me estaba pegando una paliza", admitió Nadal tras el abandono del japonés, que a partir del 4-2 del segundo set comenzó a cojear ostensiblemente afectado por problemas en la cadera. "Aunque sea de esta manera, ganar en Madrid es una victoria muy, muy importante para mí", reconoció Nadal, que se aseguró mantenerse como número uno hasta la finalización del Abierto de Francia. Tras caer sorpresivamente en los cuartos de final de Montecarlo y Barcelona, el español volvió a potenciar las dudas acerca de su tenis de cara a Roland Garros, donde buscará su noveno título, y a la temporada 2014 en general. Nadal había elevado su nivel a lo largo de la semana, pero hoy se encontró con un jugador que, cuando entra en racha, es muy difícil de detener. El partido demostró una vez más la utilidad relativa de las estadística, ya que de la ventaja de 6-0 de Nadal en enfrentamientos con Nishikori se vio poco y nada. El único set perdido por Nadal ante el japonés se remontaba a 2008. Hoy, en los 36 minutos que necesitó para estamparle un 6-2 a Nadal sobre arcilla y ante su público, el japonés confirmó dos cosas. Una, que no falta demasiado para que luche con los de arriba por cosas grandes en el circuito. La otra, que Nadal está exhibiendo un nivel de dudas e inconsistencia en la temporada europea de arcilla sin precedentes en su carrera. Nunca, desde su explosión en el primer nivel en 2005, sus resultados fueron tan malos sobre el rectángulo naranja. Nishikori es un jugador que parece contar con una marcha más que sus colegas: golpes veloces, compactos, fáciles y siempre a las líneas, juega como si no hubiera un mañana. Es ahora o nunca. Si a eso se suman su tremenda velocidad y resistencia física, se entiende que el japonés, entrenado por el argentino Dante Bottini, sea cada vez más temido en el circuito. No fue casual que hoy estuviera a un paso de ganar su primer título de Masters 1000. Tras dos buenos partidos en cuartos y semifinales, Nadal volvió hoy a enredarse en su tenis, que mostró una derecha que no dañaba al adversario y piernas pesadas y sin reacción. "He pasado un mal rato, he jugado con demasiada ansiedad", reconoció el español, que perdió en enero ante el suizo Stanislas Wawrinka una final del Abierto de Australia traicionado por su físico. Tres meses y medio más tarde el tenis le dio una pequeña revancha. "Estas situaciones son difíciles para todos, y sobre todo para Kei. Sé cómo se siente, me pasó este año en el Open de Australia, sé cómo se siente cuando las cosas te van de cara y pierdes. Lo siento por él". "Ha sido un comienzo de año un tanto extraño", reconoció Nadal, campeón en Doha en enero. "Estaba jugando bien, después de Australia ha habido una serie de semanas complicadas para mí". El español prefirió ver el lado positivo de su discreta actuación de hoy: "A pesar de que hoy he jugado un primer set malo, en el torneo he jugado mejor de lo que venía jugando".