Para Zarif, sin embargo, un fracaso en las negociaciones no sería "el fin del mundo", aunque sí representaría una pérdida de "tiempo y de prestigio político" para las potencias que participan del proceso, aglutinadas en el llamado Grupo 5+1, en referencia a los cinco países con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU -Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido- y Alemania.
Recientemente, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, había destacado ante la prensa que su gobierno y sus aliados aún tenían "divergencias" con la República Islámica de Irán en cuanto al futuro de su programa de energía nuclear.
"Queremos un acuerdo sólido que garantice" que cualquier programa nuclear iraní tendrá un destino exclusivamente civil y que establezca medidas de control que aseguren que "no va a conseguir el arma atómica", había asegurado Kerry tras reunirse en París con el canciller francés, Laurent Fabuis.
"Hicimos avances para achicar nuestras diferencias, pero estas diferencias aún existen", sostuvo el mandatario.
Las potencias occidentales e Israel acusan a Teherán de utilizar su programa civil de energía nuclear como fachada para desarrollar un arma nuclear, lo que siempre fue rechazado por los sucesivos gobiernos del país persa.
A final del año pasado, Irán y las potencias mundiales acordaron extender una vez más las negociaciones para poder alcanzar un acuerdo final. El plazo máximo fue establecido para finales de junio próximo, aunque aclararon que para finales de marzo ya debe existir un consenso macro sobre los principales temas.
Obama reiteró que está decidido a avanzar con las negociaciones con Irán y a concretar un acuerdo, pese a la férrea oposición del liderazgo republicano en el Congreso, que desde principio de año controla la mayoría de ambas cámaras.