Aún hay muchas cuestiones sin aclarar, pero todo parece indicar que para los europeos era más importante estar dentro para tener voz en el ambicioso proyecto, que quedarse fuera, como ha hecho Estados Unidos.
Nadie pone en duda la enorme necesidad de inversiones en infraestructura en Asia y es evidente que China, con las reservas de divisas más grandes del mundo, es un potente acreedor. Así que, por qué no aprovechar las posibilidades de una cooperación, si ello también podría abrir opciones de negocio a empresas europeas. "Cuantos más países se unan, mejor", consideró el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, durante una visita a Pekín.
El banco financiará en Asia proyectos de infraestructura como calles, puertos y aeropuertos u otros en el sector de la energía o las telecomunicaciones.
El nuevo organismo financiero forma parte de la ofensiva china para hacer realidad el "sueño asiático" de desarrollar corredores económicos, como dijo el jefe de Estado y partido chino, Xi Jinping, refiriéndose más bien a su "sueño chino" de crear un país más fuerte. China pondrá unos 50,000 millones de dólares en el nuevo banco, que junto a las contribuciones de otros miembros dispondrá de más de 100,000 millones.
La oposición de Estados Unidos se debe al temor de que el nuevo banco pueda convertirse en un competidor del Banco Mundial o del Banco Asiático de Desarrollo (BAD) o que pueda operar basado en una regulación no habitual. Sin embargo, China ve el sistema financiero internacional existente dominado por Estados Unidos o Japón, a lo que se añade la frustración de Pekín de que Washington frene las reformas ya decididas en el Fondo Monetario Internacional (FMI) que conceden más poder a China y otros países emergentes.
Y aunque incluso el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, ha saludado el nuevo banco, un funcionario de la Casa Blanca citado por el "Financial Times" lanzó duras críticas: se quejó de una "tendencia hacia continuas concesiones hacia China, que no es el mejor camino de actuar con una potencia pujante".
Tras sus palabras no hay paranoia, destacó la agencia de noticias estatal Xinhua, sino más bien la lucha de los das potencias por la influencia en el continente asiático y en la creación de un nuevo orden mundial.
"Muchos expertos creen que la situación actual prueba que Estados Unidos no está en situación de frenar a China", comentó el diario "Global Times" tras el tanto que se sumó China con ayuda de los europeos.
Con la "victoria (de China) por la carrera por el banco", se han sentado importantes bases para el futuro, considera el "Diario del Pueblo" editado por el partido gobernante. Sin embargo, China no quiere ver a Estados Unidos "como enemigo" e incluso quizá, apunta, un día Washington quiera también unirse al banco.
Pero también los expertos occidentales critican a Estados Unidos. Los intentos de minar una institución que podría mejorar la vida en Asia son "estrechos y cortos de miras", considera Tom Miller, del grupo de investigación independiente Gavekal Dragonomics de Pekín.
Al mismo tiempo China debería sin embargo replantearse su política de "ofrecer créditos a regímenes corruptos", alega. "Desde Zambia hasta Liberia, desde Sudán del Sur hasta Myanmar, su política de colaborar con gobiernos sospechosos resulta contraproducente".
El portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hong Lei, asegura que el banco aprenderá "de las buenas prácticas" de los bancos de desarrollo que ya existen.
"Si el AIIB no puede permitirse un trabajo mejor que los propios bancos de desarrollo chinos, no será sólo una mancha para Pekín, sino para todo el resto de países implicados", advierte Elizabeth Economy del think tank estadounidense Council on Foreign Relations. Pero si el banco opera siguiendo los mismos estándares que los institutos financieros establecidos, podría ser un "complemento bienvenido".