Unas 200 personas —prostitutas y sus partidarios, todos con máscaras para proteger su identidad— marcharon a través de la Zona Roja con paraguas rojos y mantas, incluida una que afirmaba: "¡No nos salven, salven nuestras vidrieras!"
La protesta ruidosa y pacífica llegó hasta el ayuntamiento, donde las inconformes le presentaron una petición al alcalde Eberhard van der Laan y le dijeron que el cierre de los escaparates les está privando de lugares seguros para trabajar.
Ruth Morgan-Thomas, que representa a una organización llamada Red Global de Proyectos de Trabajo Sexual, dijo que la ciudad avanza en la dirección errónea al cerrar los escaparates.
"Amsterdam estaba bien", afirmó. "Permitían que las mujeres, los hombres y los transexuales trabajaran con seguridad. Ahora están cerrando vidrieras. Eso hace a la gente más vulnerable".
La municipalidad de Amsterdam está involucrada en una iniciativa a largo plazo para inyectar nuevo vigor a las calles ubicadas a orilla de canales, y a los callejones angostos, en parte al reducir el número de escaparates de burdeles. Unas 115 vidrieras de las 500 que hay han sido clausuradas en los últimos años.
Decenas más han sido enlistadas para su clausura, pero por ahora eso parece improbable que ocurra.
Van der Laan dijo que las mujeres están librando una batalla que ya habían ganado, pues el concejo municipal ahora desea gastar menos dinero adquiriendo vidrieras de vuelta y probablemente reducirá su número considerablemente.
Eso no satisfizo a las manifestantes, que dijeron querer que les devuelvan sus escaparates.