Aunque las manifestaciones fueron menores a las del 15 de marzo, miles de brasileños salieron a las calles para protestar y lanzar consignas contra la mandataria y por un escándalo de corrupción dentro de la petrolera estatal que implica al gobernante Partido de los Trabajadores y a sus aliados.
A Rousseff se le acusa de un alto nivel de corrupción en las esferas del gobierno y de una economía estancada.
El índice de aprobación de la gestión de Rousseff es de 13 por ciento, según reciente encuesta y la mayoría cree que la presidenta tenía conocimiento del esquema de sobornos en el que supuestamente se desviaron más de 800 millones de dólares en contratos sobrevaluados que Petrobras celebraba con las principales constructoras del país.
Las marchas más multitudinarias se realizaron en Sao Paulo, con cerca de 100 mil personas, Rio de Janeiro, convocó a 10 mil manifestantes y en Brasilia, donde se congregaron cerca de 20 mil.