Estados Unidos gastó 35 mil millones de dólares en la vigilancia fronteriza entre 1986 y 2010, periodo en el que la tasa neta de crecimiento de la población indocumentada se duplicó, indicó el académico Douglas Massey, uno de los autores del estudio.
“En vez de detener el ingreso de mexicanos indocumentados a Estados Unidos, el aumento en la vigilancia les ha impedido regresar a sus hogares”, sostuvo el profesor de Relaciones Públicas y Sociología en la Universidad de Princeton, en un comunicado con los resultados del análisis.
El estudio, denominado “Por qué la vigilancia fronteriza rebotó negativamente”, fue publicado en la edición de marzo pasado de la revista especializada American Journal of Sociology.
La investigación mostró que la militarización de la frontera transformó la migración mexicana indocumentada a Estados Unidos.
Destacó que la emigración mexicana pasó de ser un flujo circular de trabajadores predominantemente masculinos que viajaba a unas cuantas entidades de Estados Unidos, al de una población sedentaria de alrededor de 11 millones de personas distribuidas en todo el país.
Mientras que los defensores de una mayor seguridad en la frontera argumentaron que estas medidas frenarían la migración indocumentada, Massey destacó que los datos recabados por los investigadores en comunidades de todo México desde 1987, apuntan a un efecto contrario.
“Una mayor vigilancia eleva los costos de los cruces de la frontera sin documentos, lo que ha obligado a los inmigrantes indocumentados a permanecer más tiempo en Estados Unidos para hacer un viaje rentable”, explicó.
“Una mayor vigilancia también aumenta el riesgo de muerte y de lesiones durante los cruces fronterizos y conforme los costos y los riesgos aumentan, los migrantes naturalmente disminuyen los cruces, pero no permaneciendo en México sino quedándose en Estados Unidos”, añadió.
Los autores del estudio indicaron que este es un buen momento para pasar de una política de represión de la inmigración a una de administración de la inmigración.
“La inmigración masiva desde México ha terminado y no volverá debido a la disminución de la fertilidad mexicana de 6.5 hijos por mujer en la década de 1960 a alrededor de 2.2 hijos por mujer hoy en día, más o menos el nivel de reemplazo”, apuntó Massey.
“El crecimiento de la fuerza laboral en México se ha reducido drásticamente y México se está convirtiendo en una sociedad que envejece, en la que cada vez menos personas están en las edades propensas para la migración (...), por lo que la presión en sentido demográfico se esta reduciendo”, aseveró.
La mayoría de la migración ahora es legal, una situación que continuará, mientras las visas de trabajo temporales corresponden con las necesidades de mano de obra de Estados Unidos, abundó el académico.
“La mayor necesidad ahora es un camino hacia la legalización de los 11 millones de residentes indocumentados que ya están aquí, que en su mayoría han estado aquí durante 15 años o más y que cada vez más tienen hijos ciudadanos de Estados Unidos”, opinó Massey.
Consideró que si a estos indocumentados se les concede el estatus legal permanente, muchos de ellos regresarían a México porque tendrían la certeza de que podrían volver a entrar a Estados Unidos cuando lo deseen.