“Aunque actualmente no exista una amenaza química, sí es una posibilidad”, dijo en una intervención ante la comisión de Libertades Civiles del Parlamento Europeo (PE).
De Kerchove señaló que grupos yihadistas ya emplean armas químicas en Siria e Irak, adonde “han viajado cinco mil personas desde Europa para formarse”.
También observó que el grupo terrorista Estado Islámico (EI), autor de los atentados cometidos recientemente en territorio europeo, tiene un modo de operación diversificado.
Ha pasado del uso de fusiles kalashnikov, como en los atentados de noviembre en París, al uso de bombas caseras, en marzo pasado en Bruselas, y de cuchillos, como en los asesinatos de una pareja de policías en Maganville y de un cura católico en Saint-Étienne-du-Rouvray.
El 14 de julio pasado, un simpatizante del EI utilizó un camión para cometer solo un atentado en Niza, al sur de Francia, causando la muerte de 85 personas y dejando a más de 400 heridas.
Por eso, el experto europeo considera “esencial” que los servicios de seguridad sean “imaginativos” y estudien la posibilidad de nuevos ataques con “armas que no concebimos como tales”.
La diversidad del modo de operación y de los perfiles de los terroristas dificultan el trabajo, así como la rapidez en la radicalización de los individuos y el uso de Internet como “herramienta para propagar ideología y para dirigir actos terroristas”.
“Cada vez hay menos europeos que van a Siria, porque es más difícil, pero hay cada vez más gente inspirada por las redes yihadistas en Europa”, señaló.
Para combatir el fenómeno, De Kerchove abogó por “invertir masivamente en prevención”, incluyendo la cooperación con servidores de Internet o la promoción de estudios islámicos en las universidades europeas.
El coordinador destacó, igualmente, la “vulnerabilidad” de los refugiados sirios, iraquíes o afganos, a quienes organizaciones extremistas estarían tratando de reclutar para servir a sus fines.