La Asamblea Nacional, controlada por la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), votó esa iniciativa y pidió la celebración de elecciones, en víspera de que Maduro cumpla su cuarto año de mandato.
"Aprobado el acuerdo con el cual se califica el abandono del cargo a Nicolás Maduro y se exige una salida electoral a la crisis, para que sea el pueblo el que se exprese a través del voto", anunció el jefe del Legislativo, Julio Borges, desde la tribuna del hemiciclo.
Según la extensa declaración, "Maduro ha provocado una crisis sin precedentes en Venezuela" y está "al margen de la Constitución" por causar "devastación económica", "ruptura del orden constitucional" y "violentar los derechos" de los venezolanos.
Pero poco antes de la sesión, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), acusado por la oposición de servir al chavismo, publicó una nota para aclarar que la Asamblea "no tiene facultad para destituir" a Maduro, quien, añadió, está "en ejercicio de sus atribuciones constitucionales".
Presión a la caldera
En una agitada sesión, los opositores acusaron a Maduro de incumplir deberes y hundir al país con una escasez de alimentos y medicinas, la inflación más alta del mundo -475% en 2016 según el FMI- y una criminalidad desbordada.
"Esto es un gobierno fallido por eso hay abandono del cargo. No le sigan metiendo presión a esa caldera", advirtió a los oficialistas el expresidente parlamentario Henry Ramos Allup.
El jefe de la bancada oficialista, Héctor Rodríguez, calificó la iniciativa como un "acto de insensatez e irracionalidad".
"Cuando satanizan las acciones del presidente están reconociendo implícitamente que está gobernando. Es una opera bufa más", dijo el diputado chavista Pedro Carreño en el hemiciclo.
Según la ley, si el Parlamento declara "falta absoluta" del gobernante antes de que cumpla su cuarto año de mandato, se convocará a elecciones en 30 días. Después de ese límite, será sustituido por el vicepresidente para completar los dos años restantes del periodo presidencial.
La semana pasada, Maduro nombró vicepresidente a un "chavista radical" -como él mismo se define-, Tareck El Aissami, de 42 años, a quien puso al frente de un "comando" contra supuestos planes "golpistas" de la oposición.