El mes pasado, durante su primer viaje al exterior, el presidente de Estados Unidos Donald Trump visitó el Reino y prometió a sus dirigentes acceder a un paquete de armamento y entrenamiento estimado en 100 mil millones de dólares.
Según autoridades en Washington casi un tercio de ese total correspondió a contratos, aprobados por la anterior administración de Barack Obama.
Poco después se firmó un acuerdo por el cual el Departamento de Estado de Estados Unidos autorizó a la Marina saudí a comprar un paquete de capacitación por 250 millones de dólares a Kratos Defense and Security Solutions de San Diego.
Este lunes, los saudíes consiguieron el visto bueno para un contrato por 750 millones de dólares para entrenar a su fuerza aérea. Además, el reino gastará 662 millones de dólares en 26 sistemas de radar de mediano alcance AN/TPQ-53(V) que pueden localizar las baterías enemigas de mortero y misiles.
Lockheed Martin venderá los sistemas y contratistas estadounidenses proporcionarán apoyo logístico y formación a las fuerzas armadas saudíes.
Durante el viaje de Trump a Riad, el secretario de Estado Rex Tillerson dijo que el acuerdo apunta a consolidar la seguridad a largo plazo de los socios de Washington en la región del Golfo. Citó en particular "la maligna influencia iraní y las amenazas relacionadas con Irán en las fronteras de Arabia Saudita".
Pero la unidad de los aliados del Golfo se puso en entredicho el lunes, tras estallar un conflicto entre Qatar y sus vecinos sobre el presunto apoyo del Emirato a grupos proiraníes.
Bahrein, los Emiratos Árabes Unidos, Yemen y las Maldivas se unieron a Arabia Saudita y a Egipto para romper relaciones con Qatar, que alberga la base aérea más grande de Estados Unidos en la región.