Con una visita al Santuario San Alberto Hurtado, en el surponiente de Santiago, en el que sostuvo un encuentro privado con religiosos jesuitas que prosiguen el legado del santo chileno, el pontífice finalizó su segundo día en tierras andinas.
Además, Francisco se reunió con personas que viven en la indigencia y que son ayudados por el Hogar de Cristo, institución de beneficencia fundada por el santo Alberto Hurtado y que forma parte de las obras de la Compañía de Jesús en Chile.
Francisco compartió alimentos con 18 personas pertenecientes a organizaciones laicas y católicas, en una actividad denominada “El encuentro con el Cristo pobre”.
El Papa bendijo los alimentos sencillos que le presentaron en la mesa como el té, mate y sopaipillas, una preparación típica chilena que consiste en una masa frita elaborada con zapallo (calabacitas) y harina, que aprobó levantando el dedo pulgar.
Cerca de mil personas se apostaron en las cercanías del Santuario para esperar la llegada del pontífice, quien arribó en el papamóvil saludando al mar de personas que le aguardaba.